El día del Pavo

Hoy es el Día de Acción de Gracias o Thanksgiving en los Estados Unidos. Para los que eso nos suena demasiado serio, es el día del Pavo, por la costumbre de comer pavo ese día.

Pues hoy hecho de menos estar con mi familia del otro lado del Atlántico, para una celebración que es equivalente a la Nochebuena. Les hace ilusión y es agradable verles a todos juntos, en un país que como el tiempo dicen que es oro, se lo ahorran en reunirse y disfrutar, con la máxima del trabajo es lo primero, porque genera dinero.

Para el Día del Pavo he tenido una celebración especial:

Mi caminata por el parque en la fría mañana de Madrid (-2º C). Me ha dado tiempo a oir al menos tres veces la cancioncita de ayer (ver debajo) y de una vez que llegué al curro, la contemplación de la lámina de hielo de uno de los estanques. Valía la pena detenerse y ver el espectáculo del agua que corría y que una vez que llegaba al borde del hielo, se hundía bajo la superficie. Estos días de finales del otoño dan la sensación de despedida, de una época que si bien no ha sido cálida, contrasta con otra que no nos dejará ni hojas de árboles que disfrutar. Así que disfrutemos del hielo y el frío. Ese que corta el rostro y que se recibe tan agradablemente cada vez que salimos de la cama o de un sitio con la calefacción a tope.

Mi segunda celebración ha sido en el gimnasio (si, voy al gimnasio del curro, es algo inaudito pero cuasi necesario donde la otra opción es comer en uno de los restaurantes del curro rodeados por la manada de la compañía). Mi clase de yoga, con una profe que parece que te mima con la voz y que cuando te mira lo hace casi con devoción, es como un bálsamo. Hoy me concentré en mí mucho mas que lo que me piden las clases y pude suspirar a gusto (otra cosa es la imagen que daba, seguramente penosa).

Mi tercera celebración será cuando regrese a casa. Esos minutos que llego y estoy solo, me preparo un cafe y me siento en el taurete de la cocina a fumar un cigarrillo.

¿No está mal para un día del Pavo, no?