Allá donde fuéreis haz lo que viéreis


Creo que casi cualquiera que viaje, o que se desplace a un sitio que no es el de su origen lo asume de una forma casi natural y espontáneo. No obstante, a veces es bueno recordarlo y ponerlo en práctica, aunque reconozco que no siempre las situaciones son cómodas.
Eso a lo que los angloparlantes dicen: "When in Rome, do as the romans do" (en Roma haz lo que hacen los romanos) no siempre está tan cercano de la cultura occidental o de lo que en otros tiempos se llamó civilización...(lo que no quiere decir que no estén civilizados otros pueblos que no son el nuestro).
Estoy seguro que hay innumerables anécdotas acerca de costumbres peculiares en las cuales se ven involucrados los extranjeros de un sitio. Es conocida la norma de cortesía que tenían o tienen (no se cuan "civilizados" estarán ahora) los esquimales de brindar a su mujer al forastero (brindarla sexualmente me refiero) como signo de acogida y hospitalidad. Antes de eso esas mismas mujeres podrían arreglarse el pelo con la orina para ponerse mas guapas.
Estoy seguro que mas de uno pasaría olímpicamente de esa gentileza al ver una boca careada y con pocos dientes o al sentir el olor corporal de alguien.
Sin llegar a tanto algunas veces me he visto en situaciones si no complicadas, de difícil reacción por mi parte.
Cuando vivía en la antigua URSS, al menos en los dos primeros viajes largos, encontré cosas que quizá por mi juventud (apenas 23 años?) me causaban sonrojo o que me las planteaba cada día antes de que fueran a suceder para ver cómo salía del paso.
Recomiendo en cualquier caso si os véis en esa tesitura, relajarse y ...¿gozar? bueno, siempre que sea algo posible.
Recuerdo cuando estuve en Bielorusia, fuimos a una estación geofísica de campo donde se hacían las pruebas para la prospección de petróleo.
El sitio en cuestión era un asentamiento en medio de un bosque, con tres metros de nieve, y a donde sólo se accedía en trineo tirado por perros.
Cuando bajaba la cota de nieve o lograban mover una especie de tractor que limpiaba algo, se podía entrar en unos jeep tan altos como los tractores; pero eso era casi un lujo, pues desde la carretera al asentamiento de caravanas había casi un kilómetro.
La aldea-estación estaba compuesta por cinco o seis caravanas. Por supuesto los retretes eran unas letrinas de madera que estaban a una distancia prudencial y que lógicamente había que visitar de vez en cuando a pesar del aire gélido (-25 C) que se colaba por donde quiera.
Cuando una ingeniera cubana que pasó por allí preguntó por las duchas, recuerdo la carcajada general, y le señalaron otra caseta detrás de las letrinas, advirtiéndole que estaba cerrada hasta el verano. Luego encontramos un pequeño grifo al lado de la cocina, a la altura de los genitales, muy apropiado para ciertos aseos...
Cuando llegué con mi mochila y acompañado de un ingeniero cubano, recuerdo que me caí literalmente al tratar de incorporarme del trineo, y que los perros siguieron arrastrando aquello, lógicamente sin percatarse que yo rodaba por el suelo.
Nos llevaron a la caravana del ingeniero jefe de la expedición. Allí para entrar en calor y en signo de bienvenida, bebíamos vodka de un solo trago(dacansá) y picaban (yo me escaqueaba como podía) unos asquerosillos pescados crudos, que se acompañaban con encurtidos.
Después de varias horas en las cuales estuve derramando sutilmente mi vodka en cada sitio que podía (alfombra, ceniceros, incluso bajo el butacón) me levanté en señal de despedida y les pregunté a través de mi compañero cubano-traductor-responsable, que dónde estaba mi cama.
Como los rusos lo tenían todo jerarquizado y de los dos que íbamos, mi compañero era mayor, y además hablaba ruso, decidieron que yo iría a una caravana compartida con otro técnico ruso y que mi compañero se quedaría en la cabaña
del jefe de la expedición.
Traté de averiguar si el técnico con quien compartía era alguno de los de allí, pero no entendí si me decían que no estaba o que no estaría allí...
Salí a la nieve y me señalaron la caravana que me tocaba...
Llegó el momento de la despedida y como suele suceder entre borrachos achispados, no iban a faltar las muestras de afecto.
Cuál no sería mi sorpresa cuando aquél venerable señor jefe de la estación, con todo el pelo cano y una sonrisa de papá Noel, me levantó y cuando pensé que me iba a abrazar, me plantó un beso en pleno morro. Así siguió un séquito de rusos con quienes había compartido allí esa noche, pero de quienes ni sabía su nombre ni había visto antes en mi vida. Digamos que el tiempo que estuve allí, me tuve que acostumbrar a aquél tipo de despedidas, a veces girando rápidamente la cabeza hasta que el beso alcanzara el cuello. Al final me acostumbré, y pasaron a ser besos, si bien no deseados :-) , tolerados.
Regresando a aquella noche:
Me quedé bastante sorprendido y no se si por prejuicio o porque con ello le advertía, miré a mi compañero cubano como diciéndole: prepárate tú que te quedas a dormir aquí...
Tomé el camino con dos metros de nieve, y al llegar a la caravana,y entrar encontré dos catres, uno pegado a cada pared, sin signos de cuál podía ser el que me tocara. A pesar de que me acerqué, traté de oler aquellas sábanas (o intento de sábanas), ambas olían igual de mal y parecían ambas camas usadas ya.
Elegí una, y sacudiéndome toda la nieve de encima, me metí en el catre con toda la ropa que tenía puesta, y alguna mas que tenía en la mochila. La calefacción consistía en un radiador eléctrico al fondo.
Ya me estaba quedando totalmente congelado y entraba en un letargo infinito, cuando sentí que en la obscuridad del lugar, que alguien se estaba metiendo en mi catre.
Lo primero que pensé es que me había metido en la cama equivocada, por lo que encendí un mechero y recogí las piernas con ademán de levantarme, cuando la figura de un tío rubio, todo despeinado que ya se había metido en la cama,y que se tapaba con la manta y me decía , mientras hacía señas que no era necesario que me levantara: pachalsta, Ochin, ochin joladna (no importa, demasiado frío).
Por lo cual entendí que el tío estaba perfectamente consciente de que aquella no era su cama (o tal vez si), pero que lo que tenía claro era que no quería dormir solo por el puto frío que había.
No me moví, y educadamente me repetía "allí donde fueras, haz lo que vierais",y lo alternaba con algún "in rome do as the romans do" y ya desesperadamente, en mi inocencia de mis 23 años me decía...¿y si te quieren follar?

Comentarios

TORO SALVAJE ha dicho que…
Alucino.
De verdad.

Saludos.
Fatima ha dicho que…
:D La verdad es que tus aventuras son de libro....

Pero... ¿sucedió? (lo de follar(te), me refiero? :)

Bss, Alberto
bubu ha dicho que…
Buenísimo!
A pesar de que quizá pasaste un mal trago, estoy seguro de que aprendiste mucho de todo aquello, de la gente, sus costumbres..
Tengo claro, que de mis viajes, lo que más me apetece es conocer la cultura de las gentes y convivir con ellos si es posible. Te abre la mente y aunque no practiques sus costumbres por lo menos aprendes a respetarlas.

Saludos
Juncal ha dicho que…
jeje
Te dice bubu que te abre la mente...
Y es cierto.
Pero veo que a ti además se te abren las camas...
(aeropuerto, Rusia...)
Je
A eso le llamo yo conocer las culturas bien de cerca.
Te llevarás un pijama curioso cada ves que sales de viaje ¿No?
Besos
Juncal.
bambu222 ha dicho que…
Alberto,como dice Juncal,se te abren las camas¿estás seguro que el chico tenía frio?...bromas aparte tu viaje me parece muy interesante.Ah,bien contado.Beso.
Alberto ha dicho que…
Toro:

Era divertido todo aquello a pesar de lo terrible de algunas historias...si lees todas las del tag "cuentos rusos" tienen la marca de algo muy diferente a lo que conocemos por nuestra cualtura.
Un abrazo

Fátima:

...¿eres morbocilla, no? :-)
No se si al final te percatas que aquello nada tenía que ver con el sexo, sino con nuestra interpretación de las señales culturales, de los gestos de la gente, que en cada sitio son algo diferentes.
Pues puedo terminarte la historia: cuando aquel tío se durmió, me levanté lo mas despacio que pude y me fui al otro catre.
Al partir del día siguiente no hubo mas intentos en dormir conmigo :-)
besotes


bubu:

Bueno, los viajes están llenos de malos tragos a veces que se convierten en agradables anécdotas que contar a los amigos. A medida en que pasa el tiempo y uno vive situaciones diversas, pierde la sensación de ansiedad y se toma las cosas con mas calma.
Desde luego...en los viajes, mas que las piedras, interesa la gente
Un abrazo


Juncal:

Ya ves...se abren las camas que no son las que me gustaria que se abrieran...pero en fin...es ley de vida. A veces vemos cosas que no son lo que parecen y te aseguro que aquello de sexo tenía poco y si de supervivencia de siglos.
Ahh...no no suelo usar pijama...voy ligero...:-)
Besotes

bambu222
Hombre, el tío tenía frío y hasta los osos polares también. Todo tiene su por que en esas culturas, al igual que es normal que las señoras mayores bailen entre si. Recuerdo un parque donde solo bailaban las viejas entre ellas. Era una costumbre de cuando se quedaron solas en la guerra y los hombres fueron al frente.
Un beso
Juncal ha dicho que…
¿He nombrado yo la palabra sexo?
Yo dije "cultura" ;-)

Ligero de equipaje...¿Cómo no vas a tener frío en Rusia?

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