El hombre de aquella casa en su puerta



Pasaron tres días antes de recibir el segundo paquete. Este tenía un color amarillo más pálido, como si se hubiese humedecido y secado al sol. Menos abultado quizá y por el tacto mas que papeles contenía unos pedazos duros, piezas sueltas de algo que en su totalidad no parecía configurar nada.
Le abrió y entonces vio la empuñadura del bastón, de metal, cobre quizá, con la forma de cabeza de un perro de caza. La madera que soportaba la empuñadura estaba truncada, con un corte reciente hecho aparentemente a mano, o al menos sin usar ninguna herramienta de cortar.
Además, tres plumas de pavo real llenas de motas de polvo, un espejo de mano, al cual se le estropeaba el azogue en el medio, cuatro cucharillas de plata de postre y quizá media docena más de pequeñas cosas, inservibles por si mismas, desde botones hasta la cubierta de nácar de una navaja de afeitar .
Todo un universo de cosas en un sobre lleno de pasado.
Ese mismo día decidió montar una guardia para poder ver quién le enviaba semejantes cosas, sin remitente y destinatario y poder preguntarle qué propósito tenía con todo aquello o mas bien, qué querían decir todas aquellas cosas agrupadas.
Después de cavilar horas, el único punto de asociación que encontró con aquellos sobres,  fue aquél camión del cual bajaban todos aquellos muebles y cosas viejas. A pesar de ser de noche ya, decidió ver quiénes vivían en aquella casa, que hasta hace poco había permanecido cerrada como casi todas. Un nuevo alquiler- se dijo. Nadie pensaba que aquellas casas las fuese a habitar nadie quienes las habían comprado, la mayor parte de ellas destinadas a especular, o como mucho para pasar los fines de semana- como era su caso.
¿quién podría venir a vivir a un pueblo perdido de Castilla, en pleno invierno y con tan mala comunicación con el resto? Tendría que se alguien cuyo trabajo se encontrara cerca, aunque era imposible concebir ningún trabajo en la región, que solo criaba ganado y cuyos dueños, con la crisis,  no podían ofrecer trabajo ni a sí mismos. Hacía tres o cuatro años aquella misma casa albergaba algunos trabajadores portugueses, que venían a trabajar en las obras de la urbanización. Pero todo aquello se había ido al garete, incluso mucho antes de declararse el comienzo oficial de la crisis de la burbuja inmobiliaria. ¿Quién vendría a vivir en un sitio tan intrincado y con tan pocas facilidades de trabajo, escuelas, transporte u hospitales? ¿quién sin un excedente de dinero tendría para asegurarse una posible segunda vivienda, que quizá no tendría otro encanto que una vida totalmente rural, con poca cobertura de teléfono o televisión y vecinos autóctonos hoscos (muy suyos les llamarían allí) ¿Quién?
La casa permanecía en penumbras. La ventana del frente sólo arrojaba alguna luminosidad de la luz de una chimenea, que iba y veía a la danza de las llamas. Nada mas de luz. Ningún adorno a la casa, ni un tiesto o alguna planta puesta a exprofeso en el jardín. Si no fuese por esa tenue luz que iba y venía cualquiera diría que estaba abandonada. Tampoco algún coche. ¿cómo saldrían de aquí?
Estaba observando y especulando todo esto, desde el muro en la acera de enfrente,  cuando sintió un ruido proveniente de la puerta de la casa. Primero un sonido de cerradura, y luego el típico sonido al empujar una puerta caída: el ruido de la madera contra el suelo y finalmente el sonido del golpe a la puerta para desencajarla. Una silueta deformada apareció en la puerta. La luz de las llamas de la chimenea intensificaron el efecto. Vista desde abajo, pues las casas estaban construidas mucho más alto que el nivel de la calle, la silueta del hombre parecía pequeña, el individuo quizá no mediría más de un metro y medio de altura, y tenía un aspecto bastante fornido. Podría haber sido obeso para su altura por el ancho de su espalda, pero había algo en los brazos que denotaban una musculatura anormal, como la de los culturistas. El hombre encendió un cigarrillo y una enorme y abultada nariz apareció. Quizá no tan larga como gruesa, proyectó hacia la propia cara una sombra que ocultó la mayoría de las otras facciones. La forma de la cabeza era una bola redonda, por lo cual pensó que aquél hombre estaba totalmente calvo o se afeitaba el cráneo. Cada vez que daba una calada al cigarrillo, se podía ver por unos segundos una boca con una expresión de desprecio, con el labio inferior abultado y ligeramente caído y el superior con una cierta curvatura irónica.
Aunque el observador se quedó temporalmente petrificado, después de más de un minuto se dio cuenta que podía quedar en evidencia si venía algún coche por la carretera. Sólo la obscuridad de la noche le preservaba de que la figura de la casa le viese cómo le espiaba abiertamente. Trató de moverse alrededor del muro, para situarse detrás de él, cuando tropezó con los bordes rugosos de la superficie y cayó hacia un lado; desde el suelo, miró cómo aquella silueta se percataba del ruido y como un animal alerta, la silueta se agachó ligeramente como para aguzar su mirada y descubrir al  extraño que se situaba en su campo. Se mantuvo en silencio y desde el suelo contuvo la respiración.
Inesperadamente, la silueta de la puerta se dio media vuelta y desapareció, oyéndose el ruido del arrastrar de la puerta. Una vez comprobado que la silueta había desaparecido, se levantó y mirando hacia la casa, echó a andar marcha atrás para desaparecer de allí lo más rápidamente. Después de tres o cuatro pasos, se dio vuelta y al perder la siniestra casa de su vista apretó el paso.  No sin antes percibir por última vez y de forma demorada, el golpe final que cerraría la puerta, bastante más tarde que cuando se inició su cierre
-       Joder…¿me habrá visto?
Continuará…

Comentarios

Elepetea ha dicho que…
Me has dejado en un "suspense" total....a lo Hitchcock.
Juncal ha dicho que…

Si el texto estuviese ambientado en otro lugar, digamos America, se habría acabado el suspense con la primera tartaleta de bienvenida.
Pero Segovia, como podía haber sido Madrigal de las Altas Torres, aportan esa calidad a los puntos suspensivos tan Typical Spanish.

Un beso con sospecha.
ha dicho que…
A mí también me dejaste intrigada.... ¿ahora nos vas a escribir por capítulos??? ;)

A mí también me gusta mirar por las ventanas encendidas... Curioso

Besos.
ha dicho que…
(pero...¿va a haber continuidad o no????....)

Besos!!!
Alberto ha dicho que…
Fá....a ver si eres tu la única que va a echar esas historias de menos :-). Gracias por loq ue me toca...
Supongo que sí la seguiré ...a ver si hago un esfuerzo y termino la historia... en la vida real ya la casa está cerrada y no hay nadie allí....pero me sorprendió la historia
Sinplan ha dicho que…
Llevamos meses esperando Alberto
Alís ha dicho que…
Yo también quiero que continúe la historia. Ahora no nos puedes dejar así.

Un abrazo
Recomenzar ha dicho que…
Recién me inicio
trato de asimilar lo que leo
¿la sigues?
depende de ti y tus ganas por el deseo
Recomenzar ha dicho que…
me encanta como escribes y lo que escribes pero recien me doy cuenta que este texto es del añ0 2013
Un abrazo guapo y disfruta tu cigarrillo

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