Descontrolado control

Suele guardar una cierta disciplina en las cosas que hace. Sólo se permite el desorden casi total en sus cosas mas personales: la ropa que se pone tirada en el suelo`, los libros que se lee, la música que escucha.
El resto es de un control casi férreo que ejerce sobre las cosas que tiene que ver con su trabajo, tener atado todos los cabos, estar pendiente de lo que los otros tengan que hacer, procurar el engranaje entre las partes que siempre fallan.
Su trabajo engaña. Es capaz de pasar por alto cualquier idea o conversacion acerca de ello fuera de sus 8 o 9 horas de trabajo, pero su mente vuelve una y otra vez, muchas veces sobre lo que tiene que hacer allí, preever allá, proveer a todos.
Esta harto de ser el padre de sus colegas menores y de algunos mayores también. Está harto de los consejos, de las consideraciones con todos. Esta harto de decidir por el bien de los demás y encima por el bien de la empresa.
No puede mas seguir enfrentado a las direcciones. A los hombres grises o las mujeres de fucsia. Harto ya de tomar partido por la gran masa en la que no cree, pero que le presiona moralmente con cierto sentido de la justicia.
Está cansado de ser el que enamora, el que trata de hacer sentir a otro cómodo, el de interesarse en la vida de los demás.
Está exhausto de ser el que propone, el que aconseja, el que fuerza y ejecuta, el que lleva la voz cantante en las relaciones.


Piensa que ese descontrol total del controlado mundo ya no le hace feliz ni le divierte y busca un refugio quizá en un sitio donde nadie, nadie esté para ser complacido por él.