Mi fin de semana (O soy un vago)

Comienzo a saborear el fin de semana desde que amanezco el viernes. Casi no importa que tenga que ir a trabajar, ya me empiezo a sentir mas ligero sabiendo que a las dos de la tarde o a las tres podré contar con dos días para hacer mas o menos lo que me apetece. O sea, no hacer nada.
Supongo que a todos nos ocurre así.
Aunque hubo un feliz tiempo en que añoraba que fuese lunes y tuviera que estar en la oficina (no en esta de ahora, sino en otra), esto jamás se ha repetido en mi vida laboral. No he podido repetir semejante perversión de añorar levantarme temprano y salir corriendo y después estar allí sin notar apenas que transcurrian las horas.
Tiendo a pesar que esto debe ser como el amor, que dicen que solo se siente una vez en la vida.
Bueno, una vez que llega la ansiada hora, comienzo a caminar mas lentamente, incluso no me importa quedarme en la caferería del curro y tomarme algo con mis compañeros. Ya es otra cosa, aunque esté aún "alli".
Una vez en casa (suelo irme después directamente a mi casa) donde también me esperan unos minutos de calma. Para ponerme alguna música, servirme una copa de vino y fumarme unos cuantos cigarrillos mientras ojeo quizá un periódico o si es verano, sentarme en la pequeña terraza a ver la calle, el parque, la gente que pasa.
Los viernes por la noche me suelo ir al campo, a Segovia. En esta última época de nieves y frío lo pospongo para el sábado por la mañana, teniendo en cuenta que dentro de la casa apenas hay 3 C y se necesitaría todo el cuerpo de baile de las mulatas de Tropicana dentro para calentar aquello.
Así que los sábados de mañana es una buena opción, hace un frío que pela, pero al menos te puedes sentar en la parte del frente de la casa donde generalmente hace sol.O ponerte a currar en el jardín que siempre necesita un repaso.En cualquiera de las cuatro estaciones siempre hay algo que hacer. Esto sin prisas, tomándome todos los desacansos necesarios o interrumpiendo el trabajo para hacer una foto de algo que he visto.
Sólo cuando los amigos-vecinos me vienen a buscar para "salir de paseo" dejo lo que estoy haciendo (por norma, cualquier actividad que no sea estar trabajando es prioritaria) y me piro con ellos a lo que sea.
Los sábados de noche suelen variar si es invierno o verano. En el verano apetece estar en la terraza cenando o charlando con los amigos.
En invierno se atas a la mantita, delante de la chimenea y posiblemente la tele. O si no el recurso del librito, presente a cualquier hora.
Los domingos la vuelta, después de tomar el aperitivo y desayunar en casa de los amigos-vecinos, a veces hasta con el pijama puesto.
El verdadero ejercicio de voluntad es el que hay que empezar a realizar el domingo de tarde cuando sabes que te quedan pocas horas para quedar esclavizado nuevamente.
Entonces, como parte del ritual al que se prepara el esclavo, lavas y planchas lo que necesitarás durante la semana.
Como véis, esesncialmente se trata de hacer el vago. Comprendo que haya gente que no pueda estar sin hacer nada, pero para mí el "Dolce far Niente" es el requisito indispensable para seguir viviendo.
Por cierto, este post se ha subido un martes, los lunes es imposible recuperarse del impacto del regreso.