Londres I

La primera vez que fui a Londres, lo hice a cargo de la empresa donde trabajaba.
Tenía que reunirme con una empresa de multimedia que estaba en las afueras de Londres, en un pueblo llamado Kingston.
No sólo la ciudad me encantó, sino que en mis sueños la concebía como un sitio donde podría vivir.
Recuerdo que me fui del aeropuerto al hotel, un viejo hotel cerca de Marble Arch y de Hyde Park. De esos que tenían un saloncillo donde sentarse en cada planta, con chimenea y butacas de orejeras. Todo muy inglés.
Un indio me recibió e insistía en cogerme la pequeña maleta que llevaba para apenas tres días. Después de mucha insistencia y algún que otro halón le dejé la maleta para que la subiera a la diminuta habitación, que además tenía una tabla de planchar en el armario, que se caía constantemente.
No se por que, a pesar de que debía estar advertido, el tío aquél quedó atrapado entre la tabla de planchar y la puerta. Como además cada vez que yo trataba de ayudarle tratando de coger mi maleta me decía, "No, Sir, it is not necesary", estuvimos en una ridícula situación mas de unos dos minutos.
Al cabo de ese tiempo apareció por el pasillo una mujer delgada, pálida como de cera y de pelo rojo, coronado con una cofia que después descubrí que formaba parte de su uniforme.
Sin preguntar nada alzó su pierna derecha, enfundada en unas medias blancas, mas blancas que ella, y en cuyo extremo tenía un zapato de esos que usan las personas que por alguna razón tienen un pie mas corto que el otro (solo que ella llevaba esas plataformas enormes y pesadas en ambos pies) y sin que yo pudiese apenas quitarme de en medio, le soltó una patada a la tabla de planchar, soltando aquella pobre tabla que rodó por los suelos y permitió que el indio se deshiciera del nudo en que estaba atrapado.
Con la misma y sin mediar palabra dio media vuelta y se marchó.
Después que me recuperara del estupor y le diera al encargado-maletero una propina, que debió ser muy alta, pues no hacia mas que hacer reverencias, después de todo eso, me tire en la cama y me comencé a relajar a relajar y a reírme de lo absurdo del hotel, de su decadente mobiliario, de aquel tío y por último de la "doncella" cuya enérgica (y casi autoritaria) intervención nos habían librado al indio y a mí de aquella situación absurda que ,como "El día de la marmota", no parecía tener fin.
Bajaba temprano en la mañana a desayunar, sobre las 7 y allí en el pequeño comedor donde sólo servían desayunos había una china (supongo que era china) que no hacía mas que sonreír y servirte unas salchichas en el plato, aunque tu le dijeras que no querías mas que la tortilla francesa que también tenían. A la segunda mañana la china me preguntó que de dónde venía.
- De España- le dije-
Sus ojos se iluminaron, soltó la especie de sartén donde tenía las salchichas y se metió en la cocina trayendo consigo un par de castañuelas y una peineta...
- ¿?
Como ya era el colmo del surrealismo me quedé mudo y solo pude esbozar una sonrisa y marcharme a mi mesa sin las salchichas y sin la tortilla.
La china allí me siguió, además de las castañuelas y la peineta, sartén de salchichas en mano...se sentó y me pidió que le enseñara a tocar las castañuelas.
Por mucho que traté de explicarle que yo no sabía, que en el último caso no era ni español y que si era necesario me podía poner hasta la peineta, pero no podía tocar las castañuelas, la china no parecía convencida de que decía la verdad.
Finalmente se marchó a regañadientes y me dejó con la sensación de no haberle concedido un deseo a un niño o a una embarazada.
Mi estancia por tres días se convirtió entonces en una semana... pero eso es para contar otro día.
Ah por cierto ... me voy a Londres en estos días.

Comentarios

Nino ha dicho que…
Hola, Alberto:

Ante todo, buen viaje.
En mis dos primeras visitas a Londres también me hospedé en esa zona de Knightsbridge, en mi caso en el hotel Montana.

Cuídate
ZoePé ha dicho que…
Las carcajadas no dejan trabajar a mis compañeros de box.
Nos vemos a tu vuelta de Londres, Albertico.
Besos.
Anónimo ha dicho que…
Insisto en que deberias cobrar por contar cuentos, yo pagaria, me he sonreido mucho (no me rio: la gente cree que estoy trabajando), feliz viaje .. tu amigo dex
Anónimo ha dicho que…
Una historia estupenda.¡que envidia, un viaje a Londres!,Feliz viaje y hasta pronto.Abrazo viajero.
Juncal ha dicho que…
Me juego el cuello a que era japonesa.
Si le gustaba el flamenco y demás folklore andalú, seguro que lo era.
Recuerdos a Londres donde lo más rico que comí fue un perrito (jumbo) en un carrito
a la salida de Buckingham Palace.
Y recuerdos a Portobello que me encantó y sobre todo alguna tienda de muebles que me dejó hipnotizada.
Y también las de láminas y grabados.
Me gusta Londres pese a los
donuts. Algún día te lo contaré.
Buen viaje.
Abrazos
Juncal.
Nacho ha dicho que…
Me he reido mucho.
¿No te da morbo volver al mismo hotel para comprobar si la china sigue aun en el hotel y ya sabe tocar las castañuelas?
Buen viaje.
Un abrazo.
Anónimo ha dicho que…
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