Extrañas soledades
Regresaba cada día del trabajo a la misma hora. La breve espera del ascensor de mi casa me permitía encontrar dos o tres personas esperando, aquello era una manera de encontrar y reconocer a los vecinos. He observado a veces ese extraño comportamiento de quienes evitan subir con nadie, o selectivamente con algunos. Quizá no tanto en España, pero muy frecuente en otros sitios. Lo sé pues a veces he ido acompañado de
algún conocido o amigo que me ha pedido que esperemos el próximo ascensor.
Hay una extraña antipatía que les impide compartir un reducido espacio por unos segundos.
Pues yo soy de los que no espera si hay sitio. No hay nadie que sea lo suficientemente antipático o quien no me quiera relacionar como para no compartir un ascensor por unos segundos o tal vez minutos si cuentas la espera en el portal.
Recuerdo que vivía entonces en un piso muy alto, de una ciudad fascinante y abrumadora a la vez.
Mi torpe entonces manejo del idioma era sustituído por una sonrisa cordial cuando se me escapaba algo que mi interlocutor decía y que yo no comprendía del todo.
Cada día me topaba con un señor mayor, quizá setenta y muchos u ochenta años.
Atildado, llevaba su sombrero, su abrigo y su bastón, era mas bien pequeño o quizá había empequeñecido en el transcurso de los años.
Siempre solo, era una de esas historis andantes que uno se monta, alguien abandonado por sus hijos, viudo o quizá soltero, con pocos o ningún amigo. De cada desconocido hay una historia que imaginar.
Cada día el señor me decía algunas frases del tiempo, me preguntaba cordialmente por
mi andar y notaba que sus ojos se iluminaban cuando yo le respondía.
A veces lograba percibir unas lágrimas que no lograban aflorar de sus ojos y que solamente humedecían notablemente el borde de sus párpados. Entonces, el color gris de sus ojos se tornaba mas claro aún y sus pupilas reflejaban un agujero inmenso que comenzaba a dibujar otra expresividad.
Si alguna vez lo habéis hecho, mirad los ojos profundamente, durante algún tiempo, y descubriréis que tienen vida propia, que usan un lenguaje mucho mas rápido y sutil que los labios y las cuerdas vocales.
Hay quienes pasan de descubrir la expresividad de un rostro. Lo sé porque quizá a mi me tomó muchos años para poder descubrirlo.
Un día recuerdo que coincidimos en la entrada del edificio. Balbuceamos unos saludos y seguidamente entramos solos en el ascensor.
Allí el viejecillo pareció animarse y comenzó a hablarme y decirme cosas que apenas entendía. Yo seguía sonriendo, incapaz de lograr concentrarme en lo que me hablaba.
Me chocó tanto cuando vino hacia mi, con un movimiento bastante rápido y me besó en los labios.
Mi reacción inmediata fué apartarme y apartarle por los hombros. No era una sensación de asco, ni de fobia. Estaba totalmente descolocado pues no podía explicarme ese gesto.
Aún lo sostenía por los hombros con mis manos, apartándolo, cuando el pobre viejo se echó a llorar.
Me conmovió tanto su llanto, su imposible mirada que entonces sólo miraba hacia el suelo, que me acerqué y le abracé mientras le decía: no viejo, así no, no nos hemos comprendido.
Al llegar a su piso me miró de nuevo. Su cara aún triste tenía una mirada de una
cierta alegría, de aceptación.
A partir de ese día,cada vez que me lo topaba en la acera o en el ascensor le daba un fuerte abrazo o le pasaba el brazo por los hombros.Creo que aquél pobre viejo me
agradecía el gesto que a su vez me hacía feliz a mí también.
Comentarios
Ojalá dejara yo la mitad de eso"...
¿Recuerdas quien dijo esto?
¿Te parece poco lo que le has dejado al anciano?
Un abrazo.
Tremenda soledad.
Saludos.
Este texto es, en sí, un abrazo.
Beso
los ojos vacíos de un anciano solo.
Esos ojos descoloridos, de tono y de vida de la vejez, son una sirena sonando con estruendo.
Y que un malentendido cultural puede llevar a otro desencanto... de no ser por la sensibilidad de alguien que es capaz de captar algo más allá que un compañero de ascensor.
Sin Plan y Milanés ponen la música a la historia.
Una de tantas historias con edad.
Besos.
No creas que siempre soy el bueno de la película, alguna vez dejo tras de mi disgustos, llantos o decepciones
Quizá como cualquiera. Muy a mi pesar, pero esto es la vida, no?
Un abrazo
ToroS:
No creas Toro, no creo que aquel pobre viejo me dijera nada o me insuanuara nada que diera pie a la confusión. No sé, quizá palabras de compañía o soledad
Un abrazo
Sinplan:
No siempre mi inglés es demasiado bueno para entenderle a un pobre viejo judío con acento británico.
No hay soledades diferentes ni tampoco especiales. No hay ninguna diferencia entre tu soledad (quizá puntual) o la de alguien que la sufre permanentemente. El sentimiento de abandono es el mismo, cualesquiera que sean las causas.
Hace años que no presto atención a lo que se percibe peor o mejor. Sólo me guío por lo que instintivamente me parece humano.
Un abrazo
Alis:
Cierto. Recuerdo una época solo, en Moscú, sin apenas saber ruso y apenas con quien hablar. Un día encontré un poster con la bandera cubana (yo que no soy nada patriotero). Detrás en la foto había un negro con unas maracas...no sabes cuán acompañado me sentí entonces por unos segundos
Ojalá el texto sea un abrazo si quien lo lee se siente solo
besos
Juncal:
A veces temo (es temer el verbo?) tu sabiduría (o es sencibilidad?) Cuando todos tiramos en un paredón con algún tiro mas o menos certero, tu siempre llegas y das en la diana. Eso me produce un sentimiento de maravilla.
No hay muchos malentendidos culturales en este caso. Aquello era un hecho y nunca me pregunté si el beso tenia connotaciones sexuales (creo que no). Lo importante al final no era eso, que por lo demás no es un sentimiento. Lo que mas se podía percibir era la necesidad de que alguien le estrechara
Y si, la edad cambia la perspectiva de muchas cosaas y el valor de otras.
Besos y abrazos