¿Convencer y/o seducir?

Convencer nunca es engañar. Lograr un convencimiento basado en un engaño es algo muy efímero…demasiado superficial para disfrutarlo como una experiencia real. Además de los reparos morales que conlleva en cada uno, pero eso es algo personal. Y no todos tenemos los mismos patrones morales.
Durante mi vida laboral, he tenido que entrevistar a varios candidatos a un puesto. Otras veces he sido yo el entrevistado.
Odio a veces ser el entrevistador. La mayor parte de las veces le daría el puesto a quien me pareciera mas necesitado de él, o mejor persona. Trato finalmente de hacer un balance de todo eso y por supuesto de la capacidad de alguien para ocupar una plaza. Generalmente acierto, casi diría que no hay ningún caso en el cual me haya arrepentido. Pero siempre he terminando sintiendo pena por los que no escogí.

Cuando he sido yo el entrevistado, aún necesitando el trabajo, no me pongo demasiado nervioso. Trato de ser yo, evitando alguna “incorrección” de las que uso entre mis amigos, pero si me preguntan algo no dejo de dar mi opinión en algún asunto espinoso, aunque crea que quien tengo delante no es partícipe de la misma. No lo sé, ni siquiera es premeditado. Pero me da buenos resultados.
Lo que siempre he tratado, de una manera consciente es de manifestar mi interés por el trabajo (al final algunas motivaciones tienes siempre, no?) , y eso, generalmente se trasmite al entrevistador. No sé en qué consiste el asunto. Supongo que hay una manera de seducir a tu interlocutor, de mostrarle por que mereces la pena.
Creo firmemente que gran parte de todas nuestras relaciones radican en ese tipo de seducción. Aún estando en una posición indefensa, también de es necesario dejarse de seducir…
¿nunca habéis pensado aquí no me gustaría trabajar solamente por el poco feeling que me trasmite alguien? Y aún cuando lo aceptemos siempre nos quedara la poca seducción que tiene ese personaje sobre uno.
Recuerdo una anécdota. Con D. (creo que salió hace mucho tiempo aquí esa historia). Aún cuando yo quería volver a verle, que era yo el que me interesaba, cuando le tuve delante de mi, y hablamos, comprendí que no era eso ya lo que quería, porque ya D no trataba de seducirme en lo absoluto, de convencerme que aquello que yo si quería que valiese la pena.
Hay que aprender a convencer…a seducir sin mentir, pero, ¿se puede aprender algo que sale espontáneamente?