Cambiar la existencia


A pesar de ser quizá el sitio menos adecuado, caminé hacia el final del pasillo, y allí frente a la máquina de café estaba el corcho. Aún había sitio entre aquellos papeles con reclamos de venta de motos, alquiler de plazas de aparcamiento y mascotas perdidas. Allí, cerciorándome que nadie me veía, saqué aquella nota de papel en la que rezaba: BUSCO CONVERSACION INTELIGENTE y mi número de teléfono particular.
Después de fijar el papelillo (no me había atrevido con una hoja demasiado grande), se le antojó un gesto bastante presuntuoso, sospechoso para cualquier mente y además ya en último momento innecesario. Si no hubiese sido porque empezó a entrar gente buscando un café, lo hubiera retirado.
Me detuve unos instantes frente a una fotocopia de una mascota desaparecida, y al igual que ella, desaparecí de aquél lugar.
Lo primero que hice al llegar a mi mesa de trabajo fue buscar el teléfono y apagarlo precavidamente. Pensé que era poco probable que alguien identificara mi número privado, sólo lo tenían amigos cercanos y la familia. El resto de los compañeros de trabajo y de colegueo usualmente me llaman al móvil de la empresa, que aparece en esos listines de los cuales no logro borrar mi nombre o de las pocas tarjetas que tengo que repartir en una reunión porque no queda mas remedio.
Después de toda una mañana trabajando, ya había olvidado aquel cartel que había puesto, cuando abrir el cajón del escritorio y vi allí el móvil, apagado, recordándome que quizá detrás de ese silencio había alguna llamada perdida.
¿y si me llaman de casa para algo urgente? Uno es capaz de inventarse cualquier justificación para ponerse al borde de un precipicio. Encendí el móvil, esperé unos segundos y ninguna llamada perdida apareció.
Mejor-pensé y volví a apagar el cacharro temiendo que en ese tiempo apareciera la llamada que quería pero no quería recibir.
A la hora de comida, una vez que recogí mis pertrechos del almuerzo: libro bajo el brazo, mechero, cajetilla de tabaco y la blackberry del curro. Eché un vistazo al cajón y después de hacer un gesto dubitativo me guardé el móvil en el bolsillo.
Me acerqué a la cafetería donde se puede pedir un menú con un número y ahorrarse una parrafada de sustantivos que designan cosas para comer. Esto me da tiempo para sentarme rápidamente y meterme en mi librillo.
Cuando apenas llevaba media página empecé a pensar en los motivos que me habían llevado a poner aquél cartel.
La rutina feliz, todo va bien, la vida sonríe (mas o menos), la familia está bien, los amigos aunque algunos lejos les ves...¿para qué pensar que se necesita una conversación inteligente?.
Además ¿no es pretencioso pensar de que se necesita una "inteligencia" para medirse con la propia, que al final es tan corriente como la de todos? ¿o sería la creencia que detrás de cada rostro del metro, de cada coche en un atasco, hay alguien que necesita comunicarse a otro nivel que no sea esas ideas o esas frases que escupen las televisiones, o el suplemento semanal de algún periódico? Alguien que pueda dar una mirada propia y con sus propias palabras (se agradece también la simpleza para trasmitir ideas) contártelo ... ¿hace cuánto tiempo te convertiste en el abuelo cebolleta que sólo es el que cuenta las historias y el resto ríe o disfruta y nada hay para tí porque nadie cuenta nada?
¿cuándo notaste que nadie cuenta nada?
Sólo algunos blogs de amigos virtuales contaban algo. Sólo en aquellas palabras leídas en la pantalla cada día alguien me cuenta cosas que le pasan. No siempre, pero muchas si. Pero echas de menos oír una voz, mirar un rostro, apreciar una emoción.
La época de deslumbrar o atraer la atención ya pasó, ahora quieres ser tú el que escuche, y participe, y no rezumben en tus propios oídos esas palabras tuyas que conoces y que empiezan a repetirse a fuerza de que nadie pregunta, nadie tuerce el curso de ese pensamiento que con los años se ha convertido en un sendero cada vez mas profundo.
Quizá he estado sometido a la tiranía de demasiados periódicos por las mañanas, demasiados telediarios que repiten las mismas frases hechas del día anterior. Demasiadas propuestas "culturales" que sólo nos venden el arte enlatado, ese que permite cobrar la entrada en una exposición. Ya sea arte nuevo o arte clásico. No importa. Demasiados catálogos que no dicen nada o demasiados críticos que describen lo que es obvio para luego en revezar un criterio que al final no dice nada. En este arte de no decir nada te han enseñado los políticos, esos reyes del ser y no ser sino todo lo contrario.
Después de pensar en todo aquello, noté que la comida estaba fría, y el teléfono aún estaba apagado en el bolsillo.
Lo saqué y vi que tenía un mensaje
Era una voz masculina...que decía algo mas o menos así:
- Hola, llamo por el anuncio del corcho de la 7ma planta del edificio. Estoy interesado, busco una moto de 250 como la que aparece en la foto del cartel. Llámame y acordamos el precio.

Me sonreí. A veces pensamos que un cartel o un nuevo rostro que aparece puede cambiarnos la existencia. Habrá que volver a leer a los clásicos, quizá a ellos no haya llegado aún el espíritu del pan y el circo.

(Dedicado a mi amiga Fátima)

Comentarios

Alís ha dicho que…
Quizá deberías poner un cartel más grande. La verdad es que como experimento, o juego, o experiencia me parece fantástico.
Siempre es agradable encontrarse con una conversación, más o menos inteligente, que nos despierta las ganas de seguir escuchando y hablando sin notar el paso del tiempo.

Besos
bambu222 ha dicho que…
Pues más de una vez he estado tentada a hacer lo mismo pero sin poner lo de inteligente.Conozco a una persona que lo hizo para buscar pareja y encontró al hombre de su vida.No sé si lo que has escrito es ficción o realidad,si es
lo primero me ha gustado el final,que no me lo esperaba,lo de la moto.Si es realidad,hay muchos momentos en que se puedn entablar conversaciones con desconocidos y casi sin darte cuenta y de forma milagrosa pasan a ser conocidos,aunque a veces cuesta dar el primer paso.Atreveté.Ah,no
me parece mal lo del cartelillo.Abrazossss.
Fátima ha dicho que…
Ten cuidado con lo que pides en los carteles no sea que lo encuentres :)

Besos, Al
Juncal ha dicho que…
Anda, mira !!
El chico tenía el día juguetón ...
¿Un chute de adrenalina con resultado factor-sorpresa?

La verdad es que tienes razón.
No. No es fácil encontrar personas que lleguen a interesarnos lo suficiente como para traspasar esa barrera de "una más".
Y tampoco creo que la exigencia esté en nosotros.
Es algo difícil de descifrar, algo tan subjetivo que uno sólo lo reconoce cuando lo encuentra y consigue conectar.
Y ¿cómo se explica?
Tú, que eres matemático, creo que no encontrarás la respuesta ni en la ley de probabilidades, porque no se busca una cosa concreta sino algo indefinido capaz de alterar nuestro... ¿estado neutral? de apego.
Es un poco como aquello de los espectro de colores. O ensamblan o no.
Dónde está el quid ??
Será por eso que cuando aparecen, se hacen más valiosas.La dificultad engrandece los resultados, o al menos los afianza.

Un beso, Alberto.
Nacho ha dicho que…
Por favor, no cambies.

Un abrazo.
JOAKO ha dicho que…
Bonito relato, además me identifico con él. Yo ya no entablo conversación con mis vecinos en el patio, al bajar a los niños, y no por que no sea sociable, que lo soy y mucho, si no porque detesto hablar de nada. En esto de los blogs he encontrado un camino para hablar de algo con alguien, porque en el mundo físico cada vez es más difícil mantener una conversación.
Anónimo ha dicho que…
Mi cubano más "ciudadano del mundo": me gustaría que conocieras a una bloguera, excelente amiga y cuasi alter ego que, con sus diferencias de género y nacionalidad respecto a tí, creo que está en sintonía contigo. Ya me dirás si, como quien no quiere la cosa, y con ese humor inteligente que despliegas (como ella), sintonizas... http://tankgirlmedia.blogspot.com/.Besos unisex, Magda
Sila ha dicho que…
una amiga, siempre decía que ella no se fijaría en un hombre a no ser que este fuese muy muy inteligente... nunca lo entendí del todo. a caso es que ella quería ser la tonta, la sometida.. ni me gustaría estar siempre con un tonto, pero desde luego que para nada me gustaría estar a cada minuto con un super inteligente, tanto una cosa como la otra aburre.. lo mejor es poder convivir consigo mismo
sin necesidades extremas y aceptar que cada persona tiene algo que enseñarnos, que ofrecer y estoy convencida que no por ser más inteligente, se es más sabio.. la inteligencia se elabora, se prepara y con esfuerzo, se llega.. pero no a la sabiduría.

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