Dos tardes y dos noches


Playa de Jaimanitas, a pocos kms. al oeste de la Habana.

Las olas retumban contra el muro que hay un poco más allá del jardín de la casa. Desde las cristaleras del fondo, que prácticamente hacen la casa de cristal miro las olas, escucho el bramido
del viento y disfruto ese sentimiento de inseguridad que da la naturaleza furiosa y al mismo tiempo la soledad de que rodea.
No hay una casa en una radio de casi 500 metros, y las pocas que se ven a lo lejos, apenas tienen algún destello de una luz mortecina. Estas solo, en una casa casi abandonada, en un paisaje que si bien no es nuevo, siempre lo has compartido con alguien.
Estás solo rodeado de mar.
Te has traído cinco botellas de cerveza, que resultan para ti excesivas con apenas 16 años y unas albóndigas que te ha preparado tu madre, que es todo lo que te vincula de alguna forma a lo que eres.
Pasas la tarde con el frío invernal del trópico, ése que asombra a veces a los turistas cuando vienen los Nortes, esas especies de tormentas aparecen que cada año en diciembre o enero.
Una palmera se dobla casi en lo imposible y se endereza una y otra vez a pesar del viento.
La casa es de madera. Todo el suelo cruje, crujen las paredes y los cristales del fondo no dejan de
sonar también, sujetos apenas con unos clavos oxidados, una vez que se ha perdido la pasta adherente.
Algo que dice que pasarás mucho tiempo así, en esa tormenta y con esa soledad. Pero disfrutas del aislamiento y de la incertidumbre. Mañana cuando vuelvas en bicicleta a casa y tus padres nerviosos te reciban, agradecidos que no te haya pasado nada en tu primera soledad y con aquella tormenta, no notarán que ya nunca serás el mismo.

Afueras de Bradford, norte de Inglaterra.

Estar en Inglaterra con 34 años y quedar aislado de casi todo lo posible, sin ninguna comunicación
porque no tienes ni un coche que te lleve por esa carretera llena de vegetación, te invita a reflexionar sobre lo que quieres hacer y si quieres volver.
La reunión de la empresa se ha cancelado, los pocos hoteles de la zona no dan cabida a todos los que se han quedado en tierra, el aeropuerto mas cercano en Leeds, bulle de gente que sólo mira hacia afuera, esperando que en algún momento todo se calme.
Alguien te ha alojado en esa casa de campo y con esa cortesía inglesa de "¿tienes todo lo que necesitas? " te ha dejado allí, en medio de una casa rodeada de vegetación.
Has notado que incluso una hiedra se asoma por la piedra de uralita del techo dentro de la habitación , y sólo fotos de rostros ingleses, en marcos de plata de color sepia te hacen compañía.
Estás solo rodeado de bosque.
Sientes de momento una felicidad inexplicable, en una casa y un territorio desconocido. Arropado con objetos que te resultan familiares a pesar de nunca haberlos ni tocado.
Te estiras en un gran butacón frente a la ventana y ves llover, y piensas de nuevo en aquella vez,
cuando casi eras un niño, en aquél momento en que nunca más fuiste el mismo.

Comentarios

Alberto ha dicho que…
Excelente descripción de aquellas dos noches.
Curioso como una te hace recordar la otra y como ciertas cosas y ciertos momentos de la vida nunca se olvidan y se toman como puntos de inflexión.
Gracias por compartirlas y (casi) hacernos vivirlas.
Abrazos
Alís ha dicho que…
Son esos momentos en que estás realmente contigo mismo y sólo tienes dos opciones: el silencio o hablarte, y viene siendo lo mismo, porque es difícil acallar al pensamiento.
Pareciera fácil encontrar momentos así, pero siempre encontramos distracciones que nos evitan estar a solas. Verdaderamente a solas.
Cuando ocurre, lo recordamos.
Besos
Fátima ha dicho que…
¿En qué momento de soledad estabas justo cuando las escribías para recordarlas?

Ese momento... también me gustaría leértelo :)

Besos, Al
TORO SALVAJE ha dicho que…
Cuando vendrá la tercera?, ya sabes, no hay dos sin tres.

Saludos.
Juncal ha dicho que…
Muy bueno Fátima.

¿Por qué saltó el resorte Alberto?

¿Por qué la soledad tiñe de otro color las experiencias?

...porque... no será que no has vivido tormentas tropicales en tu vida.
Pero aquella fue especial por lo que la soledad aportó. La tormenta distinta.
Como siempre llegando con tus descripciones.
Un beso.
Nacho ha dicho que…
Yo creo que esos momentos de soledad han sido momentos de reflexion en los que has determinado el camino que ¿debias? seguir.

Abrazos.
Alberto ha dicho que…
Tocayus:

Gracias por leer. Creo que lo de recordar una a partir de la otra es totalmente involuntario...es como decir, ya he visto y pasado por esto auqnue sea diferente.
un abrazo

Alis:

Bueno para mi el silencio es como dices, hablarme. En mi caso es importante que no haya nadie, al menos en muchos metros alrededor...siempre se produce asi
besos

Fá:

:-) o debo decir Fá y Juncal?:

No se si te refieres a cuando recorde estos dos momentos ayer...si es asi, una casual salida a fumar en el porche de casa de unos amigos mientras llovia...cerre la puerta de entrada y solo estaba alli con la lluvia...estaba solo (me gusta eso), pero no me sentia ni triste ni desgraciado (al igual de esas veces anteriores)
Esos dos momentos me traen una placidez extraordinaria, es como si supuera (al menos por esos momentos) que siempre puedo contar conmigo mismo

besotes

ToroS:

La tercera ya pasó...pero temo aburrir describiendo momentos de soledad. Además quizá esos eran importantes por lo que significaban algún cambio en mi vida...¿seguirán ocurriendo? espero que si...los he disfrutado mucho.
un abrazo


Juncal...o debo decir también Fá?:

Si hay resortes no lo se...ocurrieron en situaciones extremas o al menos aparentemente inusuales. A los 16 años yo estaba ya interno en una escuela, lejos de mis padres, pero bajo la tutela de "alguien". Recuerdo aquella vez que dejé de sentirme tutelado y me gustó...antes expliqué algo mas de esa sensacin..
A los 34 años cuando la vida me habia cambiado nuevamente, de pais (ya el 3ro), de idioma y además del plannining de la compañía que ajustaba mi vida como un reloj, me sentí libre al quedar fortuitamente "abandonado" durante dos días en una casa de campo casi en un bosque.

No hay mérito en las descripciones...todo aquello estaba allí :-)
Un besote

Nachus:

Bueno, no siempre en las reflexiones uno se plantea el camino a seguir, a veces te das cuenta en ese momento el que ya has escogido y no tuviste tiempo suficiente para reflexionar sobre ello. Lo importante es la sensación de libertad que da esa reflexión y esa soledad.
un abrazo
ZoePé ha dicho que…
Una parábola, hermosa por cierto.
Besos.

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