Érase una vez Venecia
Creo que después del día de hoy, el mas caluroso de este año, del decenio quizá o de toda la historia podemos esperar a que nos ocurra lo mismo el próximo verano y repitamos las misma palabras.
La vida suele repetirse en círculos, algunos apenas perceptibles, el Déjà vu perenne.
Quizá por eso me gusta viajar. Es una manera de auyentar los Déjà vu, a los que no temo, pero me producen la ansiedad de alguien que quiere recordar cuándo se produjo algo anteriormente.Tomo la libreta de anotaciones del viaje, esa que llevé en lugar de del laptop, y a pesar de no ser una moleskine como la de Fátima, me sirvió para ciertos datos útiles del viaje y algunas impresiones.
Me llama la atención de no haber escrito nada en Venecia. Nuestra primera parada después de salir de Suiza. Llegar a la ciudad de los canales es algo emocionante. A pesar de las impresiones preconcebidas, el espectáculo de la ciudad que mas que surgir del agua se hunde en ella. La decadencia de sus casas, de las calles, y ese contínuo movimiento de gente que va y viene, no sólo turistas. Hay algo fascinante que me atrapó gran parte de mi visita: ver cómo descargaban desde barcazas los productos que se consumen en la ciudad. Ver cómo atracan, y esa suerte de camioneros del agua comienzan a descargar, cajas de fruta, piezas de carne, electrodomésticos. Mas allá de la imagen romántica (real) que da la ciudad hay un movimiento constante que pasa por los muros de piedra que contienen las historias petrificadas, las historias terribles, los amores imposibles, los consumados, las traiciones, las torturas ...todas esas historias que no sólo leímos alguna vez, sino que casi se pueden palpar. La memoria de los sitios. A veces trato de pensar que no es cierto eso que percibo. A veces no quiero reconocer que casi se puede tocar esa memoria de los sitios.La señora que pasea en la góndola, que lleva sombrero y observa a su marido, sentado casi al lado del gondolero que le grita algo a sus otros colegas, piensa en lo diferente que sería si estuviese sóla allí. El señor canoso con traje impecable que va caminando hacia el café piensa en su nieta que marchó hace dos meses de casa y vive con su novio en Roma. Los dos últimos peldaños del puente de Rialto estuvieron manchados de sangre durante una semana, luego de aquella muerte de un capitán de la armada a manos de un teniente, del cual nada se supo. Un siglo mas tarde, se llenaban de pastillas de aquél camello que corría delante de los carabinieri.
Venecia nos alojó en el tipico palacete veneciano, venido a menos, pero reconvertido en hotel. Un lugar casi imposible de hallar de antemano, donde el GPS se inmovilizó muchos metros antes y por donde pasamos una y otra vez antes de encontrarlo.
San Marco es de una escenografía agradecida. Verla una y otra vez no quita el asombro de su contemplación y ya no te importan los japoneses (si al final ya todos somos un poco como ellos) y sólo quieres estar allí, quizá eternamente sin que ocupe nada mas tu vida. Estar a perpetuidad como estatua de mármol y ser parte del decorado.
Te perdonas a tí mismo por ir con la manada, como esa chica de falda corta de color rosa que habla en inglés, como ese rasta que no se quita las gafas oscuras ni para ver el menú en la entrada del restaurante. Te perdonas escojer el destino mas turístico en el mes mas turístico. Te lo perdonas porque para tí también es esa ciudad.
Echo de menos las grandes pasiones que quizá nunca he tenido. Compartir esa pasión con la ciudad tiene que ser algo tremendo, un revulsivo para el sentido.
Hace años me hubiese reído de mi percepción casi extrasensorial y la afectividad que al final producen esos trozos de piedra ... quizá me he hecho mayor y a medida que se apaga el oído se empieza a escuchar con el alma... así de cursi estoy.
Venecia aquí.
La vida suele repetirse en círculos, algunos apenas perceptibles, el Déjà vu perenne.
Quizá por eso me gusta viajar. Es una manera de auyentar los Déjà vu, a los que no temo, pero me producen la ansiedad de alguien que quiere recordar cuándo se produjo algo anteriormente.Tomo la libreta de anotaciones del viaje, esa que llevé en lugar de del laptop, y a pesar de no ser una moleskine como la de Fátima, me sirvió para ciertos datos útiles del viaje y algunas impresiones.
Me llama la atención de no haber escrito nada en Venecia. Nuestra primera parada después de salir de Suiza. Llegar a la ciudad de los canales es algo emocionante. A pesar de las impresiones preconcebidas, el espectáculo de la ciudad que mas que surgir del agua se hunde en ella. La decadencia de sus casas, de las calles, y ese contínuo movimiento de gente que va y viene, no sólo turistas. Hay algo fascinante que me atrapó gran parte de mi visita: ver cómo descargaban desde barcazas los productos que se consumen en la ciudad. Ver cómo atracan, y esa suerte de camioneros del agua comienzan a descargar, cajas de fruta, piezas de carne, electrodomésticos. Mas allá de la imagen romántica (real) que da la ciudad hay un movimiento constante que pasa por los muros de piedra que contienen las historias petrificadas, las historias terribles, los amores imposibles, los consumados, las traiciones, las torturas ...todas esas historias que no sólo leímos alguna vez, sino que casi se pueden palpar. La memoria de los sitios. A veces trato de pensar que no es cierto eso que percibo. A veces no quiero reconocer que casi se puede tocar esa memoria de los sitios.La señora que pasea en la góndola, que lleva sombrero y observa a su marido, sentado casi al lado del gondolero que le grita algo a sus otros colegas, piensa en lo diferente que sería si estuviese sóla allí. El señor canoso con traje impecable que va caminando hacia el café piensa en su nieta que marchó hace dos meses de casa y vive con su novio en Roma. Los dos últimos peldaños del puente de Rialto estuvieron manchados de sangre durante una semana, luego de aquella muerte de un capitán de la armada a manos de un teniente, del cual nada se supo. Un siglo mas tarde, se llenaban de pastillas de aquél camello que corría delante de los carabinieri.
Venecia nos alojó en el tipico palacete veneciano, venido a menos, pero reconvertido en hotel. Un lugar casi imposible de hallar de antemano, donde el GPS se inmovilizó muchos metros antes y por donde pasamos una y otra vez antes de encontrarlo.
San Marco es de una escenografía agradecida. Verla una y otra vez no quita el asombro de su contemplación y ya no te importan los japoneses (si al final ya todos somos un poco como ellos) y sólo quieres estar allí, quizá eternamente sin que ocupe nada mas tu vida. Estar a perpetuidad como estatua de mármol y ser parte del decorado.
Te perdonas a tí mismo por ir con la manada, como esa chica de falda corta de color rosa que habla en inglés, como ese rasta que no se quita las gafas oscuras ni para ver el menú en la entrada del restaurante. Te perdonas escojer el destino mas turístico en el mes mas turístico. Te lo perdonas porque para tí también es esa ciudad.
Echo de menos las grandes pasiones que quizá nunca he tenido. Compartir esa pasión con la ciudad tiene que ser algo tremendo, un revulsivo para el sentido.
Hace años me hubiese reído de mi percepción casi extrasensorial y la afectividad que al final producen esos trozos de piedra ... quizá me he hecho mayor y a medida que se apaga el oído se empieza a escuchar con el alma... así de cursi estoy.
Venecia aquí.
Comentarios
No he estado y no tenía ninguna intención de ir, pero después de leerte ya tengo dudas.
Saludos.
Dos besos.
Gracias por ello.
Salud.
y mirar con ella también.
Me gustó tu visión de Venecia.
Más que cualquier descripción al detalle de esos que pueblan, sin corazón, los reportajes de viajeros.
¿Quien podría haberse fijado en la cotidianidad en un lugar tan peculiar ??
Di.
Quizás sea ese alma que dices...
Quizá por eso me guste tanto leerte, porque ves lo diferente.
Eso te distingue.
Sigue mirando así.
Un beso.
besotes
PD Perdonenme el resto del personal, este tenía que responderlo de inmediato :-)
Venga, venga...un hombre tan vivido como tú y te va a sacar los colores un halago de "na"....
;-)
Reiterar, bonito post.
Un abrazo.
¿te parece cursi mi camiseta de KUKUXUMUSU? , es que en Europa se tiene una percepción diferente del buen gusto :-)
Ya te llevaré una en mi próximo viaje
Un abrazo
Toro:
Creo que si vas no te arrepentirás. A pesar de lo turístico es una hermosísima ciudad.
UN abrazo
ZoePé:
Gracias por el cumplido...pero no crees que hay algo mas alla de París...venga no seas tan hortera, que parís es como una escenografía de Disneyworld. Espera ver Venecia, o Roma y decide después.
Besotes
Albertus:
Gracias. Si has estado allí sabrás de qué se trata. Es algo mas que un montón de piedras apiladas.
Un abrazo
Juncal again:
¿te parece que soy vivido o vividor? :-) me surge esa pregunta...y si aún soy capaz de sonrojarme (a veces) Gracias de nuevo por tu comentario
besos
Nacho:
Aunque te unas a las palabras de los otros, me gusta oírtelas a tí. Gracias también hermano
un abrazo
KUKUXUMUSU
Bss
VIVIDO, que no vividor.... No juegues con las palabras como Don Joan Manuel (Serrat)
con aquello de "un buen polvo a un rapapolvo y un bombero a un bombardero....,etc etc .
VIVIDOOO
;-)
De veras que nunca he pensado que haya nada especial en mi forma de mirar...será que estoy acostubrado a mi mismo
besos mil
Juncal:
Cómo te gusta entrar al trapo..:-)
besos
bambu222
No se si a estas alturas te habrás podido recuperar de las 400 y pico de fotos...me he pasao la verdad...
Hace años que no viajo sólo...quizá es buena idea volverlo a hacer...me gusta
besos