Agnello

Conducir casi 700 km apenas sin parar, en un pequeño coche, somos tres.
El recorrido Venecia-Sorrento descubre un paisaje que va cambiando según el clima, la latitud y el poder adquisitivo de sus gentes. Un viaje de la Italia rica a la Italia pobre.
El Véneto, Emilia-Romaña ,Umbría, Abruzos, y finalmente la Campania. La Toscana con sus campos de vides, sus verdes, sus ciudades señoriales, al leer el letrero me hace pensar que debo volver aquí y pasar un tiempo...encontrarme con mi yo en el tiempo, cuando yo era otro y vivía aquí.
El verde a medida en que nos acercamos a Nápoles se torna fabril, y al menos el camino desde la salida de Nápoles a Pompella, además de mostrar el Vesuvio, muestra numerosas edificaciones de hormigón o antiguos basureros industriales.
Llegamos ya de noche a Sorrento. Después de entrar en una complicada península donde se ocultaba el sol.
Buscábamos el hotel reservado en la calle Agnello. El GPS, el cuarto integrante del grupo, daba orientaciones equívocas y desordenadas, que ni yo, el segundo en desorden, era capaz de perdonar.
Finalmente, el cuarto integrante nos pide hacer un giro de casi 270 grados en una carretera que tiene una entrada curva hacia arriba, a la montaña.
Apenas se podía girar y a su vez el giro nos dejaba en mitad del tráfico. El coche se cala, el chófer suda, todos sudamos junto con él, el tráfico no se detiene y cualquier conductor de los que pasa está dispuesto a pitar y no aminorar la marcha.
Lo ya mas terrible es cuando oímos al chofer
- ¿está el coche apagado o encendido?...es que el mío es de diesel, saben? y éste es de gasolina...
Estuve a punto de salir del coche y parar el tráfico para que se pudiera realizar la maniobra. Volvemos a arrancar el coche y esta vez salvamos la cuesta, que parece infinita y que cada vez se estrecha más. Arriba grandes y aisladas casas que tiene en sus puertas coches de alta gama. Un ruído de música y fiesta nos hace sospechar que quizá no es el camino hacia el hotel...aquella empinada cuesta nos ha llevado a una calle que no tiene salida, donde sólo hay pocas casas donde alguien con dinero celebra algo. Demasiadas sospechas para una zona tan cerca de Nápoles
Bajamos lo mejor que pudimos y en el próximo pueblo o al menos aproximación de casas
preguntamos por el hotel..
Ah, nos dice la signora... Agnello, no es Sorrento, es otro pueblo.
Así descubrimos que nuestra dirección estaba mal escrita (de internet) y que lo que pensamos que era una calle, era un pueblo llamado Agnello.
Con las indicaciones llegamos, después de pasar por esas carreteras estrechas que dan al mar, a una altura de vértigo, donde las luces de los barcos se ven cada vez mas pequeños y Nápoles es un resplandor muy muy lejano.
Finalmente llegamos a aquél pueblo. En la puerta del hotel, como si nos estuvieran esperando, un hombre joven y otro mayor respondieron a mi pregunta si aquel era el hotel y si tenían reservada una habitación a nombre de Alberto... Afirmaban a todo y con prisas, lo cual me hacía pensar que tendrían muy poca gente allí y estaban desesperados por alojarnos. Les dije que tenía el coche fuera y dos mas esperándome, a lo cual siguieron afirmando cuando me di cuenta que era mejor que cambiara mi inglés por el español, que así nos entenderíamos mejor.
Después de dejar a uno, fuimos en busca de un parking, que nos permitió perdernos una vez mas, esta vez, sin GPS, teléfonos o
identificación posible. En pocos segundos nos vimos fuera de aquél pueblo, in orientación de hacia dónde quedaba Nápoles o Suiza o tan siquiera el mar.
No sé finalmente si fue la providencia la que nos volvió a encauzar pueblo adentro.
Al levantarnos por la mañana, del balcón-terraza compartida provenían los típicos chillidos italianos. Una mujer que mas que le habla al marido y regaña al niño al mismo tiempo. Un hombre que responde y le grita a su mujer. Estuve sentado en aquél balcón casi media hora. No sólo mirando la vegetación del sitio, que ya difería del norte de Italia, sino tratando de visualizar la imagen de aquellas películas italianas de Rosselini de los años 60.Esa imagen que me provocaban aquellos diálogos, sonoros, estridentes, llenos de sentires.
Bajamos a desayunar y el tío joven de la recepción que tan cordial estuvo la noche anterior, se puso serio al conocer que pretendíamos desayunar a las 9:40 de la mañana cuando el desayuno se servía hasta las 9:30. Curioso, me dije, y nos marchamos a desayunar en el bar de la esquina. El pleno desayuno en aquél bar que daba a la calle principal, comenzaron a desfilar carros fúnebres, con su correspondiente corte de coches de dolientes, mientras la gente se agolpaba a ambos lados de la calle o en la escalinata de la iglesia de enfrente.

Cuánto respeto a la muerte - pensé...a pesar del poco respeto a la vida que parece tener la sociedad del sur italiana. Tanto crimen organizado, tantas bandas, tantos jóvenes que pierden la vida por unos gramos de coca...
Pero allí estaban todos, observando, algunos se persignaban, un ejército de motocicletas seguía aquel sepelio.
Una imagen nada turística de la costa amalfitana. La muerte en la calle del pueblo, los honores y las galas para alguien que fue paisano quizá de allí. Un cuadro de santos en un kiosco, al lado un otro de una chica provocativa con las piernas entreabiertas y blusa transparente... en medio del silencio de la comitiva una madre no deja de gritarle al crío que se ha antojado de un helado.

De Venecia-Sorrento aquí

Comentarios

Nacho ha dicho que…
He imaginado perfectamente la vista del pueblo desde el balcón.
La no discusión pero que sí parece por causa del tono alto y los ¿gestos? al hablar.
Gracias por compartir tu visión de Italia.
Un abrazo.

PD: Veo que no soy el unico que se suele perder cuando conduce y eso que yo nunca he usado GPS.
Mal de muchos, consuelo de tontos....dicen.
TORO SALVAJE ha dicho que…
Al post le hubiera ido de lujo una tarantella como fondo musical.

Huele a peligro.

Saludos.
Juncal ha dicho que…
Alberto, ayer noche cuando leí tu post(fenomenal descripción) estaba pensando en hablarlo hoy con mi amigo italiano. Sí, igual que el del otro día pues me gusta oir su punto de vista.Ya te había hablado de él.
Un amigo de diario, de los de la tertulia.
Pues no pude contarle...
No pude oirle hoy.
Se nos fue sin despedirse, discretamente como él era.
Ahora cada vez que publiques de este viaje pensaré en él y te lo agradeceré Alberto.
Un beso.
JOAKO ha dicho que…
describes con palabras, y transportas a una peli de neorealismi Italiasno ¿están las calles llenas de Jinas Lollobrigidas o de "sabrinas", o tal vez ya solo de "vellinas"?, supongo que gritarán como a´quí, ¿o gritan mas?
Alberto ha dicho que…
Nacho:

Si no te lo has imaginado todo, hay una foto del balcón con parte del pueblo incluído..lo de el griterío para la próxima...grabaré el sonido.
Un abrazote

PD. Yo tengo bastante buena orientación ... pero la conducción es compartida...y el 4to elemento: el GPS era un engreído de mierda.


Toro:

Si, la tarantela le iba muy bien, aunque esas las escuché en las fiestas en Sicilia...y si huele a mucho peligro a veces...
un abrazo

Juncal:

Siento lo de tu amigo ... quizá quedarás compensada con el recuerdo de lo que aún podrias seguir conversando...acaso no hablamos con la gente que se quiere esté donde esté?
un abrazo místico.

Joako:

Lo curioso de algunos lugares, es que no sé si fueron tan perfectamente reflejados en las películas, o si ya somos nosotros los condicionados a ver a través de ese prima...de cualquier forma...que disfrute tío!
Lo de las velinas lamentablemente es mas vulgar que lo de las Lollobrigidas...y esas , sí las puedes encontrar en cualquier mercado.

Un abrazo

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