Autoestima
Era increíble que se paseara por las calles de Boston, acostumbrada a ir y venir de la fábrica. Ella que alguna vez había estudiado Filología en Lengua y Literatura Inglesa. Ahora estaba allí. Paseando por primera vez.
Descubriendo todos aquellos sitios por los que huía cada día camino a la fábrica.
Atrás había quedado el romance con aquel chico norteamericano, que había conocido en Oxford, Inglaterra. Luego había decidido venirse tras él. Una niña. Nada de matrimonio (ni siquiera para bien). la tragedia de conseguir los papeles sin estar casada y por último la ruptura. Abrupta. Bestial. Su ex-compañero le había quitado la custodia de su hija. Unos buenos abogados y la prueba que ella no era capaz de mantenerla "decentemente" habían hecho el resto.
En vano fueron sus intento de trabajar de profesora, su mal estado psíquico y su inexperiencia laboral habían hecho de las entrevistas de trabajo, una sarta de frustraciones seguidas. Pronto llegó el momento de no tener para el techo y la comida. Sumida en el abandono personal por la pérdida de la custodia de su hija, salió un día a la calle, desesperada pues tenía que abandonar el cuartucho que tenía alquilado.
Se refugió en el café de esa calle donde solía ir cuando aún estaba con la niña.
La mujer que lo llevaba y que podía intuir su trayectoria le preguntó por su vida ...
Historias de mujeres abandonadas o historias de mujeres solas o historias de mujeres imposibles.
Daba igual. Ella con su historia personal, la mujer del café con su lesbianismo apenas recientemente aceptado por sí misma y una larga historia de cuidar a sus padres, a sus hermanos, criar a sus sobrinos. Una soledad mas.
Le dio albergue y aquella primera noche le contó su vida. No creo que fuese una declaración de intenciones ocultas. No creo que ni siquiera el interés del sexo contribuyera a brindarle ayuda. Se mudó una temporada a su casa.
Comenzó a recuperar, si no a la persona que fue alguna vez, a una persona.
Un par de veces se metió en la cama de su compañera. Algo que a ella no le pareció sexo, ni logró ningún orgasmo, pero le produjo calma a su atormenta soledad. Si no repitió mas aquella experiencia fue porque temió que se convirtiera en una esperanza para la amiga salvadora.
Creo que en el fondo la gente mas que sexo busca compañía - pensó.
Recordó algo que le dijo su extraña compañera. Esa mujer que aparentemente era una inculta y sólo había vivido la vida de la familia y la de los parroquianos del café. Esa mujer que jamás había tenido vida propia.
- Quiérete a ti misma por encima de todas las cosas.
Dejó de vagar pidiendo trabajos posibles y se presentó al seguro en una fábrica de instrumental quirúrgico. Trabajaba desde muy temprano en la madrugada hasta media tarde. Lo suficiente para poderse mudar sola en cuanto pudo. No es que se alejara del afecto que sentía por aquella mujer que le había ayudado, pero estaba segura de que los afectos si son libres son mas puros. Estoy porque quiero estar, no porque necesite a alguien.
Salvo la rutina de recoger a la niña el fin de semana y sacarle a pasear, evitó cualquier otra cosa que le recordara que un día es igual a otro.
Comenzó a andar por esas calles de Boston, a ver lo que no había mirado, a leer en bibliotecas públicas lo que no había leído, a escuchar cuanta música gratuita hubiese en la ciudad. A mirarle a la cara a la gente que pasaba junto a ella.
Su cuerpo se curaba poco a poco; cada vez que se duchaba escogía cada centímetro de sí como cada centímetro de su mente.
Ahora todo era de ella.
Ahora tenía un universo de sí misma por redescubrir.
Descubriendo todos aquellos sitios por los que huía cada día camino a la fábrica.
Atrás había quedado el romance con aquel chico norteamericano, que había conocido en Oxford, Inglaterra. Luego había decidido venirse tras él. Una niña. Nada de matrimonio (ni siquiera para bien). la tragedia de conseguir los papeles sin estar casada y por último la ruptura. Abrupta. Bestial. Su ex-compañero le había quitado la custodia de su hija. Unos buenos abogados y la prueba que ella no era capaz de mantenerla "decentemente" habían hecho el resto.
En vano fueron sus intento de trabajar de profesora, su mal estado psíquico y su inexperiencia laboral habían hecho de las entrevistas de trabajo, una sarta de frustraciones seguidas. Pronto llegó el momento de no tener para el techo y la comida. Sumida en el abandono personal por la pérdida de la custodia de su hija, salió un día a la calle, desesperada pues tenía que abandonar el cuartucho que tenía alquilado.
Se refugió en el café de esa calle donde solía ir cuando aún estaba con la niña.
La mujer que lo llevaba y que podía intuir su trayectoria le preguntó por su vida ...
Historias de mujeres abandonadas o historias de mujeres solas o historias de mujeres imposibles.
Daba igual. Ella con su historia personal, la mujer del café con su lesbianismo apenas recientemente aceptado por sí misma y una larga historia de cuidar a sus padres, a sus hermanos, criar a sus sobrinos. Una soledad mas.
Le dio albergue y aquella primera noche le contó su vida. No creo que fuese una declaración de intenciones ocultas. No creo que ni siquiera el interés del sexo contribuyera a brindarle ayuda. Se mudó una temporada a su casa.
Comenzó a recuperar, si no a la persona que fue alguna vez, a una persona.
Un par de veces se metió en la cama de su compañera. Algo que a ella no le pareció sexo, ni logró ningún orgasmo, pero le produjo calma a su atormenta soledad. Si no repitió mas aquella experiencia fue porque temió que se convirtiera en una esperanza para la amiga salvadora.
Creo que en el fondo la gente mas que sexo busca compañía - pensó.
Recordó algo que le dijo su extraña compañera. Esa mujer que aparentemente era una inculta y sólo había vivido la vida de la familia y la de los parroquianos del café. Esa mujer que jamás había tenido vida propia.
- Quiérete a ti misma por encima de todas las cosas.
Dejó de vagar pidiendo trabajos posibles y se presentó al seguro en una fábrica de instrumental quirúrgico. Trabajaba desde muy temprano en la madrugada hasta media tarde. Lo suficiente para poderse mudar sola en cuanto pudo. No es que se alejara del afecto que sentía por aquella mujer que le había ayudado, pero estaba segura de que los afectos si son libres son mas puros. Estoy porque quiero estar, no porque necesite a alguien.
Salvo la rutina de recoger a la niña el fin de semana y sacarle a pasear, evitó cualquier otra cosa que le recordara que un día es igual a otro.
Comenzó a andar por esas calles de Boston, a ver lo que no había mirado, a leer en bibliotecas públicas lo que no había leído, a escuchar cuanta música gratuita hubiese en la ciudad. A mirarle a la cara a la gente que pasaba junto a ella.
Su cuerpo se curaba poco a poco; cada vez que se duchaba escogía cada centímetro de sí como cada centímetro de su mente.
Ahora todo era de ella.
Ahora tenía un universo de sí misma por redescubrir.
Comentarios
Bien por ella.
Saludos.
Quizá la frase de su pobre amiga (sola y sin vida propia), o la escena de la ducha, o el devorar cosas nuevas... Todas son atrayentes porque a ella le devolvieron a SU vida.
Muy bueno Alberto.
Besos, Alberto
Un abrazo.
Un abrazo.
La historia es real, sólo que repartida entre dos mujeres. A una le pasaron unas cosas y a la otra también...
En ambos casos pudieron salir del bache (que casi era toda su vida). con un estoicismo envidiable. A veces la gente mas estoica es la mas normal y corriente, que decide que nada le va a seguir jodiendo la vida.
Pero evidentemente, para ello hay que contar primero con uno, y ponerse a si mismo de su parte...en fin...les solte un rollo..
besotes y abrazos