Otro cuento de Navidad


Esto de los cuentos de Navidad es una tradición dickensiana a la cual no acabo de verle el sentido, pero que me resulta atractiva en su idea en general.
No me gustan esos finales felices o las moralejas que se encajan en ellos y más bien aprecio a los que saben resumir en el final del año, lo que fué ese año para la gran mayoría. Es cierto que no todos tenemos la misma vida, ni nos ocurren las mismas cosas, pero por mi simple observación, la vida de todos los corderos de este rebaño que es la humanidad bastante parecida en su media, claro, después que acotamos el sitio del planeta donde vivimos (evidentemente en África o en Latinoamérica no se vive como en Japón).
Mi relato de Navidad cuenta del retorno de mi trabajo hoy. Una suerte de rutina placentera, que raras veces se interrumpe y como que ya soy mayor, me fastidia cuando no sucede exactamente lo previsto.
Suelo ir a un estanco de tabaco, muy cerca de la salida del metro, desde hace unos meses. Una pareja joven, él de nombre Iñaki y ella con algún nombre que alguna vez supe pues le pregunté pero que no pude fijar ni siquiera con la nemotecnia (a veces es peor ponerse una regla para recordar).
Normalmente allí charlo brevemente, siempre evitando el tema del tiempo y haciendo alguna pregunta que suene divertida. Es tan difícil vivir de la rutina de las preguntas y las respuestas que trato de provocar al menos un guión no pre-escrito.
Al llegar al estanco (un sitio limpio pero no del todo ordenado, como hecho a mi gusto) observé gratamente que no había ni un adorno de Navidad. Esto es algo que realmente me reconfortó, cuando últimamente no sólo padezco de la saturación de infames noticias políticas, los textos de los cables de wikileaks que me leo diariamente , las amenazas de quedarnos sin sitio para fumar o bajar pelis, la posibilidad de que tenga que ir con pañales y sondado si es necesario por la incontinencia urinaria a trabajar ya en edad avanzada …y además de todo eso sufro la estética y semántica de la temporada. Las luces de colores, las bolas de cristal, los gorros de papá Noé y quien sabe cuántas cosas más que en mi neurótica cabeza significan sonrisas fingidas, nula compasión con los que menos tienen, falsa caridad, mal gusto natural del Ayuntamiento de Madrid y así un rosario de fetiches-símbolos en mi retorcida mente. Lo confieso y no es un snobismo: me repatean la Navidad y las fiestas.
Volviendo al estanco, mi saludo-pregunta de hoy fue más una exclamación de felicidad que una pregunta:

- ¿ y cómo es posible que este oasis de armonía haya resistido el embate del colorido Navideño?


La señora-chica-mujer que tenía delante de mí se dio la vuelta y me miró de arriba abajo.
La sonrisa de Iñaki y su compañera de nemotécnico pero olvidado nombre me envalentonó y aunque las palabras del dueño del kiosco fueron bastante planas y poco antinavideña s- militantes me sentí apoyado.

- Bah- dijo Iñaki, iba a poner unas luces, pero al final me dio una pereza…

- Pues menos pereza en el comercio – apuntó la chica-mujer-señora de delante- que en esta época de crisis hay que hacer cualquier cosa porque la gente compre…

El tono me pareció bastante irritante y reparé en la indumentaria que llevaba: pelo rubio oxigenado al límite de quedarse sin pelo, botas altas negras, falda de cuero negra también y chaqueta roja de nylon. Parecía una dómina (aunque confieso que sólo he visto las que salen en la tele o las revistas).

No se por qué se me ocurrió responderle con una pregunta:

- ¿y usted vende algo?

Inmediatamente me arrepentí…pero bueno ¿dónde se mete uno en esos momentos?

- Fíjate lo que te voy a decir gilipollas, yo trabajo en la televisión y no vendo nada y si te refieres a mi cuerpo, éste - y se señaló para una teta - no tiene precio.

Por un momento pensé que era Belén Esteban (gracias por el mal rato de esa foto Fátima) con un nuevo cambio de cara que me había cogido fuera de frente al televisor.

- No si yo sólo preguntaba porque….- traté de decir, pero aquella señora-chica-whatever siguió diciéndome:

- Y además a mí me gusta la Navidad y no te permito que insultes ni a los R (r)eyes Magos…-

y con la misma, partió hacia la puerta y con un fuerte portazo se marchó sin comprar..¿por cierto qué iría a comprar aquella mujer?

Todos nos habíamos quedado sin habla…pero con el portazo recobramos el aliento y con una carcajada general rompimos el silencio.

- ¿ves?- me dijo Iñaki - al menos para echarse unas risas sirve la Navidad …

A lo cual yo respondí:

- Esperadme 5 minutos que voy al chino de la esquina, que es el especialista en ésto y te compro unas luces…

Comentarios

ZoePé ha dicho que…
Pero qué osado te me has puesto después de viejo, Albertico!
Me he echado unas risas también, leyendote.
Besos.
Alís ha dicho que…
Esa señora es un típico ejemplo de por qué no me gusta la Navidad. Claro que con alguien así creo que no me gustaría ningún día del año.
Pobre Iñaki, que seguro que tuvo que quedarse con las ganas de decir lo que pensaba.

Besos
Nacho ha dicho que…
Pues a mi me gusta muchisssimo la Navidad.
Paz, amor armonia, buenos deseos, camaraderia, abrazos besos.

¡¡¡Lo que no me gusta es gastar tantos dineros!!!

Feliz Navidad.
Juncal ha dicho que…
Desde luego mijito, qué capacidad tienes para sacar el espíritu navideño de la gente, ése que tanto adornan en la superficie pero que permanece siempre al acecho de un ataque en toda REGLA.
Estaría en edad de concebir.
Y qué bonita la misa del gallo después.¿Era de telemadrid?
¿Quién dices que se está haciendo mayor?
¿Pero me vas a decir que te vas a entregar tan fácil?
Vamos, déjate de sondajes corporales y sigue dándole a los de opinión, ésos que luego transformas en tu laboratorio elaborando un compuesto mansamente subversivo.
Sin luces y con pereza te deseo feliz cena.
Muchos besos
Magda ha dicho que…
Mi querido Mr. Grinch: Iñigos y mujeres-chicas-whatever de la vida hay, para bien o para mal, everywhere. Por una parte, entiendo tu visión sobre la Navidad fingida e inoculada (y, en ese sentido, comparto tu malestar); aunque, por otra parte, el hecho de que al menos una vez al año haya la voluntad colectiva de expresar buenos deseos a nivel global no hace daño daño. Lo que daña la buena intención, a mi entender, es la falta de coherencia y conciencia. Es decir, que la Navidad no se asocie sólo al slogan de la mujer-chica sobre "hacer lo que sea para que la gente compre"(de quien no me extraña que hayas olvidado el nombre...¿mecanismo de defensa anricipado?), sino que se asocie a reflexión del año, a recordar a los nuestros y a desearles que las cosas sean mejor para todos actuando en consecuencia. Estando donde estan la mayoría de mis seres queridos,sé que esa buen intención/deseo es casi una utopía. Si bien, aunque sea sólo por un momento, prefiero transmitirles que, pese a todo lo negativo que ciertamente ocurre a su alrededor (y a veces a nuestro alrededor), hay momentos de luz y paz compartida, da igual el momento del año que sea. Y que esos momentos los podemos crear dentro de nosotros, independientemente de lo que ocurra fuera. Es lo único que podemos controlar: no lo que vivimos, sino cómo lo vivimos. Así que, en ese sentido, y con todo mi cariño, te deseo una internamente-Feliz Navidad ;-)Y que en el 2011 nos reencontremos más de una vez!
Fa ha dicho que…
... pero cómo se te va la olla, Alberto!!!... hasta para elegir un estanco eres único XD (con todos los estancos decorados que hay en estas fechas)

PD. Comparto tu ilusión navideña 100% (luego me explicas eso de la afoto de Belén Esteban... que me perdí)

PD. Besos con luces

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