Del otro lado

"Los que se fueron cuando todo nos parecía eterno, siguen aquí dentro en esa infinitud que nos conserva adolescentes. Están en nuestras fotos y en nuestras mejores leyendas. " Wendy Guerra

Este es un otoño extraño, atípico para mí.
Creo ser un tipo de libertades. De libertad personal y de libertad colectiva.
Detesto que me aten, que me condicionen, que se hagan con mi mente o con mis afectos.
Entonces no puedo soportar ciertas cargas y huyo. Quizá eso lo aprendí con tantas despedidas.
Curiosamente, a pesar de todo eso, conservo amigos de la infancia y la adolescencia, por ejemplo Sinplan. Algunos mas también. Algunos lejos, otros cerca. No importa, los siento como igual.
Contradictoriamente suelo permanecer bastante tiempo en mis centros de trabajo.Llevo casi nueve años en la misma empresa.
Sigo frecuentando antiguos compañeros de hace cinco, diez y quince años.
Llegué a Madrid, me mudé para un barrio y llevo en él veinte años.
Siento mi casa en Segovia casi como la de nacimiento y estoy dispuesto a movilizarme por un pantano que quieren construir cerca.
Pero no me puedo sentir atado, ni puedo sentir que alguien está pendiente de mí.
Eso no quiere decir que no lo estén. Seguro que sí, pero no llego a sentirlo. No sé si soy yo o son ellos los que nos hemos adaptado a este toma y daca, este estira y afloja.
Pensar en el muro y revivir cosas en las cuales hace muchos años que no pensaba, me ha llevado a encontrar un blog que quizá me cuenta qué pasó o qué sintieron los que quedaron.
Si os habéis emocionado con la entrada de "El último mojito" (injustificadamente), leed ésto, mucho mas emotivo para mí.