Sicilia

Una vez que se deja la zona de Nápoles y la costa amalfitana, Italia empieza a revelar su parte más seca y pobre de toda la península. El campo se muestra mas deshabitado y las leyendas negras de la Mafia y de la Ndragheta , ya en territorio de Calabria se hacen mas terribles.
Los ferries que parten hacia Sicilia , salen del puerto de San Giovanni, un pequeño pueblo feo, donde la mayor atracción es el embarque y desembarque de los barcos que van y vienen de la Isla de Sicilia, la isla mayor del mar mediterráneo. Está separada del continente por el estrecho de Messina.
No sé para vosotros, pero hasta los nombres de los sitios me sugerían ese aire romántico que me venía con la brisa del mar.
Los lugares de puerto, donde los buques descargan gente que va y viene siempre se me han antojado interesantes, curiosos, provocadores y románticos.
Tomamos un ferry sin mayor dificultad que esperar unos veinte minutos y pagar el importe del transporte del coche, que incluye ya, el de todos los ocupantes, sea uno o sean diez. La cola de coches en el puerto te permite empezar a conocer los que serán tus compañeros de viaje, no en siempre coches al uso, algunas veces son autobuses, caravanas o simplemente peatones que vienen con sus bultos a cuesta.

Hay algo muy rural en todo aquello. Quizá demasiadas mujeres con cestas de paja y pañuelos en la cabeza. Demasiadas sonrisas desdentadas, que indican no sólo pobreza, sino quizá incultura, ruralidad, atemporalidad. Quizá los mas ricos van en otro tipo de barcos, o simplemente prefieren quedarse sentados en sus coches antes de mezclarse con la "chusma" que integramos el pasaje.
Me llama especialmente la atención una mujer, joven, vestida muy austera y humilde, con su marido, un hombre mayor y un niño en brazos. Puro neorrealismo italiano. Ella parecía pendiente de las miradas de su marido, de sus aprobaciones, mientras cuidaba al crío. En algún momento pensé que se había percatado de mí, pero su mirada apenas se posó sobre la mía, como huyendo de una presencia que no quería reconocer.


El barco se despega del muelle, ronronea junto a otros que hacen lo mismo y casi nadie se salva de la fascinación de mirar al mar, hacia el agua que de un azul profundo empieza a rodear el barco. A pesar de ser un trayecto corto, unos 3 km y medio, media hora tarda en llegar a Messina, que se alza imponente como casi capital mediterránea. Y es emocionante ver la bienvenida que dan los edificios más importantes, las iglesias y la avenida del puerto. Hay algo mágico en ese saludo que da la tierra a los barcos que atracan, como un lanzarse en brazos del amante que espera...

Messina da sensación de calidez y al mismo tiempo desasosiego. Algo comienza a esperar dentro de uno al ver el paisaje de palmeras del puerto, de avenidas llenas de coches y edificios que se alzan en la ladera de la montaña que constituye la ciudad.Salimos en el coche. Un primer impacto de tráfico que nos augura el caos. Logramos salir rápidamente de la ciudad y llegan los peajes, los siempre presente peajes. Una vez ya en la autopista que rodea toda la isla, bajamos a repostar en una estación de servicio.
Observo que el sol se empieza a ocultar y se ha hecho un gran huevo que se posa sobre el mar...
Miro hacia uno de los surtidores de gasolina y hay un hombre que echa combustible fumándose un cigarrillo.
Hemos llegado a Sicilia.

PD Dedicado a Juncal y a su amigo Mario... para que puedas seguir confrontando con él, al menos en tu pensamiento, las impresiones absurdas de un cubano en Italia.

Fotos de Messina aquí