Mi portero

Aterrizo en Barajas, el cielo es gris y aunque no hace mucho frio, me recibe una ciudad helada.
El taxista de muy mala leche me ayuda a cargar las maletas, con la advertencia de que no van a caber en el maletero (para que advertir si luego caben?). Creo que he llegado a mi ciudad. Recuerdo la epoca en que viajaba tanto, por mi acento los taxistas me querían traer por los caminos mas insospechados, dándome un tour a través de toda la ciudad, y yo tenia que decirles, que no, que vivía aqui hace tanto tiempo como ellos.
Asi que mi conservado acento patriótico me gastaba una mala pasada.

Llego a mi edificio. Y me recibe mi portero con una sonrisa de oreja a oreja, y de pronto siento la calidez del hogar.
Somos ya viejos conocidos, bromeamos siempre al pasar y yo siempre que le veo trato de quejarme de la vida con alguna ironia.
El entra al trapo y me responde siempre con alguna otra... al final de este duelo terminamos siempre riendo.
Es mi portero quien tiene el termómetro de mi carácter, cuando por las mañanas me saluda ...reprochándome que ya voy tarde (si le veo es porque ya estoy tarde) y es el que me recibe con la cara de derrotado cuando regreso ya de noche... y me dice que no es para tanto, que mañana mas (y que no falte, que horror!).
Mi portero es el que me vigila lo que como, y hace alarde de las piscinas que puede hacer a mediodia, cuando la tirania de los vecinos se ausenta y el se marcha a hacer un poco de deporte. Eso le permite recomendarme tal o cual ejercicio.
Está al tanto si he cargado con muchas o pocas cosas , si hace tiempo que no hago la compra, y me hace notar que soy yo quien menos trabajo doméstico reporta a la casa.
No sé por que se me antoja, que mi portero, sin saberlo, es quizá la persona que más sabe de mi, y quizá una de las cuales a quien mas le preocupo.
Gracias Angel, por entrometerte cada día en mi vida!