Los ojos del turista

Mi amigo Charly, después de 8 años de vivir en Madrid, se mudó a Suiza, con un contrato mejor de trabajo, no sólo monetariamente sino que tiene además un atractivo especial profesionalmente hablando. Encima curra en una empresa pequeña con un permanente buen rollo, donde, por ejemplo, el dueño de la empresa le acompañó a IKEA a comprar los muebles de su casa y además se los ayudó a montar.
Vive en una ciudad pequeña, va andando a cualquier sitio y no resulta cara en comparación con Madrid.
Charly vuelve como el turrón cada algunos meses; nos visita, se reune con gran parte de sus excolegas y les escucha los últimos malos rollos de la oficina aquí.
Ayer, al verle, y yo decirle sorprendido lo moreno le encontraba, me decía:
- Es que estuve haciendo el turista por la Plaza Mayor y me tiré una hora y media al sol acostado en un banco. No sabes cómo me puse de jamón serrano y aceitunas en cada bar del centro.
A continuación me empezó a relatar las nuevas novedades de Madrid, lo chula que había quedado la estación de Sol, etc.
Yo en cambio le pregunté si había visto los agujeros de la calle Serrano, las interminables obras de la plaza de Castilla y el absurdo proyecto de volver a poner la estatua de Colón en el centro de la plaza (como antes).
- Si- me dijo, - ¿peroluego quedará mejor,¿no?
Y entonces llegué a la conclusión de que Charly ya no pertenecía aquí. Que el atasco del tráfico por las obras y por cada vez incentivar mas el uso del coche en Madrid, no le afectaba. Que allí donde yo miraba el proyecto de Olimpiadas y me preguntaba cuánto nos iba a costar, él solo veía una ciudad luminosa llenas de atletas y de juegos deportivos.
Que al ir a tirar la basura y verla toda fuera de los contenedores quizá pensaría que a este pueblo le falta mucho por educarse, en comparación con el suizo; pero no se preguntaría encima, como yo, a dónde irán a pagar esas nuevas tasas de basuras, que se unen al ya incrementado IBI, el pago de parquímetros en toda la ciudad, etc...
No hay nada como los ojos del turista. Siempre aceptando lo bueno y aparente de la ciudad, disculpando los fallos, disfrutando lo diferente al sitio donde se vive.
Por eso me gusta tanto NY, porque allí, poco me importa a quién tienen de alcalde.