El miedo a la libertad
Bielorusia, en una expedición geofísica cerca de la frontera con Polonia. Los años 80´s.
Llevaba varios meses en Minsk, una ciudad arrasada cuando la guerra y por lo tanto reconstruida según los cánones del Realismo Socialista. Lo que hoy me puede parecer curioso me resultaba entonces insoportable.
Cuando me dijeron que me iría dos semanas a una estación de campo, me animé y decidí salir de mi aletargada rutina de salir de noche a trabajar en el centro de cálculo y salir de noche a las 3 de la tarde para, como única distracción ir a esquiar.
Recuerdo cuando le propuse acompañarle a esquiar a uno de los chicos que curraba conmigo. No me respondió, sólo me dijo que me respondería si podía ser mas adelante. Afortunadamente en una semana, cuando yo daba por sentado de que no quería llevarme a esquiar, me dijo que podríamos ir todos los días, a hacer esquí de fondo en un parque cercano, que además tenía una especie de montaña artificial y un remonte.
Lo curioso es que en aquél mismo parque encontrábamos gente del instituto, que normalmente encontraba en los pasillos y que me sonreía, pero que allí ni siquiera me miraba. Era como si no me conocieran o mas bien como si yo no estuviese allí. Cuando le comenté eso a mi compañero ruso, me dijo que no lo me tomara a mal, que simplemente "ellos" no estaban autorizados para tratarme. Le pregunté entonces si él estaba "autorizado". Y entonces fue cuando me explicó que había tenido que pedir permiso, y que por ello había tardado en responderme una semana.
A pesar que yo provenía de un sitio donde la libertad de "hacer" no era muy holgada, creo que fue mi primer choque con la "falta de libertad".
Cuando me fui a la expedición de campo, compartía algunas sobremesas con un bielorruso, que se quedaba después de la cena sentado en la mesa del trailer comedor. Así fue como me enteré que tenía una mujer, polaca, que vivía del otro lado de la frontera (cerca) y que no había visto en cinco años. Después de unas cuantas noches de charla y suficiente vodka de su parte, me contó que ella también era Bielorusia, de origen polaco. Cuando la guerra los rusos habían ocupado gran parte del territorio de Polonia y se lo habían anexado.
Así que todos los que nacimos aquí somos polacos- me contó- mis abuelos lo eran, los de ella también.
Ella había logrado pasar la frontera y tener algún tipo de protección de una sociedad polaco rusa para permanecer en Polonia.
Pero si ambos países son comunistas, le dije, son hermanos.
Me sonrió al oír la palabra hermanos y me dijo:
- En Polonia se vive mejor que en Rusia, y además se puede creer en Dios.
Le pregunté que por qué él no se había marchado y me dijo:
- No sé, he tenido miedo de ser devuelto, he tenido miedo de no encontrar trabajo allí y de ser apartado del partido.
Muchos años mas tarde, en Madrid, pude constatar, que aunque con muchas diferencias podía encontrar gente que no se sentía libre. Lo de la libertad es a veces complicado y subjetivo. Es algo que si no sientes que te falta, no la echas de menos. Hay gente que para los ojos de otro no tiene libertad, pero que para sí mismo no es así.
Incluso yo mismo no tenía la libertad de dejar de trabajar si no me gustaba un sitio o tenía un jefe cabrón. La sensación de "que va a pasar después" o "no me puedo dar el lujo de" persistía. Ya no eran quizá los mecanismos gubernamentales los que impedían ejercer mi libertad. Pero existían mecanismos sociales y económicos que si me limitaban en el derecho de liberarme de algo y huir ...
No sé cuántas veces le he oído a algún jefe/a:
- Al que no le guste, ya sabe, pero sabed que hace mucho frío allá afuera.
Literalmente. Hay quienes aún explotan nuestro miedo a la libertad y de asumir las consecuencias de ella.
Me gustaría releerme el libro "El miedo a la libertad" de Erich Fromm , que se daba en la escuela de psicología de La Habana. El propio texto parecía ir en contra de todo lo circundante, pero aun así, la profesionalidad de algunos profesores impedía que pasase a ser uno de los "libros malditos", para estudiarse también. Recuerdo una situación particularmente jocosa, a pesar de la seriedad del evento:
Estábamos escuchando una charla en el anfiteatro de la escuela , cuando la profesora que estaba exponiendo afirmó que "la imposibilidad de tener una meta u objetivo realizable a medio plazo determinaba una conducta neurótica en el sujeto". No sé por qué ella hizo una pausa y todos nos quedamos pensando en aquella frase... cuando una chica se puso de pie y dijo como si todos nos hubiésemos puesto de acuerdo para pensar lo mismo:
- Entonces profesora, eso nos hace neuróticos a todos en este país, no?
Pues eso, a echarle un vistazo al libro de Fromm que está muy bien.
Llevaba varios meses en Minsk, una ciudad arrasada cuando la guerra y por lo tanto reconstruida según los cánones del Realismo Socialista. Lo que hoy me puede parecer curioso me resultaba entonces insoportable.
Cuando me dijeron que me iría dos semanas a una estación de campo, me animé y decidí salir de mi aletargada rutina de salir de noche a trabajar en el centro de cálculo y salir de noche a las 3 de la tarde para, como única distracción ir a esquiar.
Recuerdo cuando le propuse acompañarle a esquiar a uno de los chicos que curraba conmigo. No me respondió, sólo me dijo que me respondería si podía ser mas adelante. Afortunadamente en una semana, cuando yo daba por sentado de que no quería llevarme a esquiar, me dijo que podríamos ir todos los días, a hacer esquí de fondo en un parque cercano, que además tenía una especie de montaña artificial y un remonte.
Lo curioso es que en aquél mismo parque encontrábamos gente del instituto, que normalmente encontraba en los pasillos y que me sonreía, pero que allí ni siquiera me miraba. Era como si no me conocieran o mas bien como si yo no estuviese allí. Cuando le comenté eso a mi compañero ruso, me dijo que no lo me tomara a mal, que simplemente "ellos" no estaban autorizados para tratarme. Le pregunté entonces si él estaba "autorizado". Y entonces fue cuando me explicó que había tenido que pedir permiso, y que por ello había tardado en responderme una semana.
A pesar que yo provenía de un sitio donde la libertad de "hacer" no era muy holgada, creo que fue mi primer choque con la "falta de libertad".
Cuando me fui a la expedición de campo, compartía algunas sobremesas con un bielorruso, que se quedaba después de la cena sentado en la mesa del trailer comedor. Así fue como me enteré que tenía una mujer, polaca, que vivía del otro lado de la frontera (cerca) y que no había visto en cinco años. Después de unas cuantas noches de charla y suficiente vodka de su parte, me contó que ella también era Bielorusia, de origen polaco. Cuando la guerra los rusos habían ocupado gran parte del territorio de Polonia y se lo habían anexado.
Así que todos los que nacimos aquí somos polacos- me contó- mis abuelos lo eran, los de ella también.
Ella había logrado pasar la frontera y tener algún tipo de protección de una sociedad polaco rusa para permanecer en Polonia.
Pero si ambos países son comunistas, le dije, son hermanos.
Me sonrió al oír la palabra hermanos y me dijo:
- En Polonia se vive mejor que en Rusia, y además se puede creer en Dios.
Le pregunté que por qué él no se había marchado y me dijo:
- No sé, he tenido miedo de ser devuelto, he tenido miedo de no encontrar trabajo allí y de ser apartado del partido.
Muchos años mas tarde, en Madrid, pude constatar, que aunque con muchas diferencias podía encontrar gente que no se sentía libre. Lo de la libertad es a veces complicado y subjetivo. Es algo que si no sientes que te falta, no la echas de menos. Hay gente que para los ojos de otro no tiene libertad, pero que para sí mismo no es así.
Incluso yo mismo no tenía la libertad de dejar de trabajar si no me gustaba un sitio o tenía un jefe cabrón. La sensación de "que va a pasar después" o "no me puedo dar el lujo de" persistía. Ya no eran quizá los mecanismos gubernamentales los que impedían ejercer mi libertad. Pero existían mecanismos sociales y económicos que si me limitaban en el derecho de liberarme de algo y huir ...
No sé cuántas veces le he oído a algún jefe/a:
- Al que no le guste, ya sabe, pero sabed que hace mucho frío allá afuera.
Literalmente. Hay quienes aún explotan nuestro miedo a la libertad y de asumir las consecuencias de ella.
Me gustaría releerme el libro "El miedo a la libertad" de Erich Fromm , que se daba en la escuela de psicología de La Habana. El propio texto parecía ir en contra de todo lo circundante, pero aun así, la profesionalidad de algunos profesores impedía que pasase a ser uno de los "libros malditos", para estudiarse también. Recuerdo una situación particularmente jocosa, a pesar de la seriedad del evento:
Estábamos escuchando una charla en el anfiteatro de la escuela , cuando la profesora que estaba exponiendo afirmó que "la imposibilidad de tener una meta u objetivo realizable a medio plazo determinaba una conducta neurótica en el sujeto". No sé por qué ella hizo una pausa y todos nos quedamos pensando en aquella frase... cuando una chica se puso de pie y dijo como si todos nos hubiésemos puesto de acuerdo para pensar lo mismo:
- Entonces profesora, eso nos hace neuróticos a todos en este país, no?
Pues eso, a echarle un vistazo al libro de Fromm que está muy bien.
Comentarios
Cuando eres joven tienes infinidad de sueños, metas y objetivos. Pero a medida que pasa el tiempo no sé si por la experiencia adquirida o por las decepciones cosechadas todo eso va desapareciendo y te quedas viviendo el día a día en medio de una desorientación insoportable.
Saludos.
Buen fin de semana, Alb.
Te mando un beso, libre libre!
La mas terrible falta de libertad es la que la propia persona se infringe.
¿Cómo tener esperanza si somos nuestros propios opresores a veces?
:-(
Con el agravante de no tener a quien culpar de nuestra propia esclavitud.
:-(
Un beso y vuela libre a las Segovias ...
¿No será la libertad una teoria abstracta?
Buen fin de semana.
Un beso.
Un abrazo