Extraña Isla


Después de unos meses devanándome los sesos con las noticias de los periódicos, escuchando a políticos y filósofos. Después de quedarme sin nada que decir ni ganas de hacerlo, recuperé la vida marchándome de vacaciones.

La isla. El panorama es desértico y las aguas rompen salvajemente en sus costas. Llevo una semana aquí y la bandera roja permanece izada cada día.
No es que me importe mucho. Me tomo un café en la terraza de la habitación, uno que me preparo la noche anterior y que me permite poder bajar al comedor decentemente. Esta frío pero no importa. Se hace una costumbre que al principio parecía una tortura necesaria. Esta es una isla de torturas que se convierten en placeres, una apología a la insanidad mental. El viento no deja de soplar allá tras las ventanas, e impide el pensamiento en plena corriente, aturde aún cuando se mira al mar de lejos.

Hace años estuve aquí; dos veces. La impresión era "rara" pero no tan violenta como ahora. Extraña combinación de fascinación desapacible. Ocurre lo mismo con la ausencia de vegetación. Apenas existente, me fijo en las púas de los cactus, en la pobre maleza que crece en las vastas extensiones de arena.

Ahora he vuelto. Mi idea de días de sol y playa como descanso no van a ser posible. Al menos no ese descanso de permanecer tumbado al sol y bañarme en la playa de aguas cristalinas. Aquí cuando te tumbas, la zozobra que produce el aire y la arena produce que se agolpen los pensamientos a una velocidad mas rápida de lo que comúnmente ocurre.

He quedado con dos amigos que hace años que no veo. Viven aquí, desde los años 80 cuando huían de las ciudades y caían en la tentación de la vida natural que les prometía una felicidad interminable. Ella es rubia y conserva la piel permanentemente morena aunque me confiesa que hace mas de un año que no se sienta en la playa. La piel se le estropea con el aire y la arena y su rostro se ve envejecido. En Él la mirada es la que parece haber sido maltratada. Tiene los ojos que no miran hacia ningún lugar. Fuma hachís constantemente y bebe tragos de vino o de ron. No les veo desde hace mas de diez años pero la isla parece haberles pasado una factura de mucho mas.

Quedo con ellos y nos veremos en su casa esta noche.

Me siento en un ínfimo bar del pueblo, apenas pintado y adornado con carteles que prometen unas hamburguesas que nunca tienen ese aspecto, y ese cartel con el nombre que me ha llamado la atención me ha hecho sentarme aquí: Celia Cruz.
De inmediato aparece una cubana con esa sonrisa de oreja a oreja y duda de que yo sea cubano (?!!) y yo dudo de su duda. Me presenta a su marido, que es de Holguín- me dice. Nunca diferencié alguien que fuese de Holguín o de cualquier otra parte en Cuba. Curiosa observación. El tío me cuenta su historia, que me interesa. Su pequeña carrera como empresario de bar, trabajador de mantenimiento, náufrago de los papeles de inmigrante. Una historia muchas veces escuchada y siempre interesante. Nunca se parece a la mía, por eso me gusta. Me han hecho sentir bien y recobrar la calma en algo familiar y conocido. Hasta el ruido del aire mas lejos del mar ha cesado.

Me tengo que marchar. Regreso al hotel en la guagua local, cada paso que da el autobús se adentra de nuevo en el ruido del viento. Me ducho, saco una camisa limpia y me calzo algo mas que esas sandalias que me acompañan desde que salí de Madrid. Hasta me pongo un poco de colonia que me haga sentir limpio y calmado como un bebé. Pero no es posible. Mientras ando por el sendero de dunas hasta casa de los amigos la tormenta de arena estruja esa camisa limpia y se lleva ese olor de estreno de mi cuerpo.

He llegado a la casa-oasis. En un sitio de vegetación inexistente han logrado árboles que cubren hasta el techo de la vivienda, mitad interior y mitad al aire libre. La influencia árabe en las cosas de la casa es evidente y me recuerdan que esto también esto es África y esa arena es casi una prolongación del Sáhara.

Ella trata de aparentar que nada sucede, aunque la mirada de Él me dice lo contrario. Charlamos acerca del rumbo de sus vidas y básicamente sólo han permanecido allí, en medio de ese viento, sin hacer otra cosa que leer libros o escuchar música. Y beber o drogarse que es lo mismo.
Algo que para mí ha sido el paradigma de la felicidad, se empieza a desmoronar. Siempre pensé que el ocio (al menos el mío) me dejaría vivir plenamente. No hay felicidad en esas vidas supuestamente relajadas, ausentes de cualquier responsabilidad (que palabreja). No hay alegría en el pensar y creo que prácticamente mi presencia ha sido el único acontecimiento reseñable en mucho tiempo.
Él me dice algunas palabras con una voz muy baja que ella se apresura en tapar con las suyas. Yo intento seguir la conversación de ella mientras trato de decifrar lo que Èl me dice, con una voz inundada por el alcohol y la yerba.
- Le voy a matar
Apenas puedo distinguir la frase. Apenas en dos conversaciones entrecruzadas escucho que Èl va a matar a alguien
Sigo esa conversación a dos voces y siento que mi cabeza me empieza a doler.
Ella finalmente se levanta a buscar la cena y ya para entonces tengo náuseas a causa del dolor.

- La voy a matar, me dice de nuevo y entonces me escucho preguntando
- ¿A quien? ¿para qué?- Yo mismo me sorprendo con esa segunda pregunta tratando de razonar algo por encima de cualquier afectividad. No dije por qué, y eso me asusta.
- A ella, ya no la soporto. La he de matar con una sierra eléctrica que tengo. Se levanta un momento y rebusca en un armario de jardín, en aquella aparentemente plácida terraza llena de plantas.
- Con ésto voy a matarla hasta que no queden mas que pedazos de ella. Y me muestra un artefacto eléctrico de color verde.

Trato de hacerle entender con algunas palabras lo absurdo de aquel pensamiento. De ese deseo. Apelo a que ellos existen para cuidar de sí mismos y no para destruirse. A cada palabra mía (ya casi dichas con alguna desesperación) Èl sigue diciéndome que la matar, si no es aquel día será otro. Y yo le creo y mis manos sudan.
Ella regresa con un couscus y se disculpa que sólo comamos vegetales.
Yo quiero decirle todo lo que me ha confesado Èl, pero en su mirada intuyo que ya lo sabe.

Me marcho mas pronto de lo previsto. Alego mi dolor de cabeza y cuando llego al hotel le llamo por teléfono a Ella. Le digo lo mas apresuradamente lo que me ha dicho Èl y le pido que abandone la casa.

Ella hace un silencio y después le quita importancia al asunto. Me dice que ya se lo ha dicho muchas veces, que está así desde hace un tiempo. Que incluso ha llamado a la policía en un par de ocasiones. Yo trato de que asuma un posición mas segura, que se marche, que llame a un médico...
- Es inútil- me dice. El no quiere curarse. Nada va a pasar - añade -Duermo un el móvil en la mano. Como si eso fuese suficiente para estar segura, me digo en voz alta tratando de asociar la seguridad a ese aparato que uso cada día y que sólo significa trabajo para mí.

No puedo luchar contra lo que se impone de una forma irracional a mí, pero que resulta racional para otros.

Me despido...mi dolor de cabeza comienza a ceder...en un par de días dejaré la isla. De momento, el aire sigue silbando fuera.


Algunas fotos de Fuerteventura aquí




Comentarios

ZoePé ha dicho que…
OMG! (Lo digo asombrada y en mi inglés de chapuza, porque es una frase que escucho mucho últimamente.)
Alberto ha dicho que…
Mira las fotos del lugar Zooey, te van a gustar :-)
Juncal ha dicho que…
No es la ventura del diccionario lo que forma esas dunas o te zurce la piel.
Alberto, hazte un seguro :-)
A todo riesgo XD
Alberto ha dicho que…
lastima que no puedas escuchar la carcajada :-)...lo tomaré en cuenta...seriamente :-)
Juncal ha dicho que…
Vamos.
Vamos con la mirada vacía (o llena) y vamos con la dependencia( y no a la hierba).
Vamos a un estilo de vida en fase de decepción con las opciones, me temo, consumidas y acabadas.
Es dura la historia.
Y es dura, la isla.
(Inafortunada la llamó alguien)
Pero a pesar de todo causa un contradicción ... tú lo has dicho fascinación desapacible.
Y una luz extraña, como imaginada. ;-) PERO REAL

besos
Alberto
Nacho ha dicho que…
Resultan divertidos esos viajes tuyos, quizas me apunte para el proximo, prometo estar callado, solo iria de observador.

Un abrazo.

PD: Creo que lo que te pasó es consecuencia del Simun.
Alberto ha dicho que…
Simun? abrazo
Fa ha dicho que…
Las fotos preciosas.
El relato enigmático.
Juncal tiene razón: hazte un seguro de vida, pero ya!
Y me apunto a ese viaje de observadora como Nacho. Eso sí, paso de acompañarte a las cenas con tus amigotes....
Besos
Alberto ha dicho que…
Gracias Fá. Cuando quieras nos montamos un viajecito...y hablando de fotos...no nos vas a enseñar ninguna nueva?...echo de menos las tuyas, recuerdas? besotes
Sinplan ha dicho que…
Me gustaron mucho las fotos Albert, el relato me encanto, es como un cuento de esos a los que a la gente le pagan por escribir. Y tu te vez cada vez mas buen mozo, a ver cuando nos vemos que lo bonito se pega
Un abrazon
Alberto ha dicho que…
Gracias Titi, creo que tu hubiese disfrutado el lugar y hasta la situación :-). Si no te acercas a las Spain, hasta el año próximo en los Miamis que se casa mi sobri.
Abrazotes
Maria ha dicho que…
Vaya sitio más curioso.. jeje.
Me ha encnatado
que ver en paris ha dicho que…
Vaya isla más curiosa!
me encanta el blog

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