Exotismo

No sé si es que estoy leyendo el último libro de Cabrera Infante , Cuerpos Divinos , una especie de autobiografía, publicada por su mujer después de muerto. No es que Cabrera Infante me caiga muy bien como personaje, en algunas entrevistas me ha parecido uno de los tíos mas pedantes que puedan existir en la cultura cubana, pero he de reconocer que me gusta como escribe (y describe) personajes, lugares y situaciones.
Quizá no sea eso y sean las historias de mi madre y de mi tía, las cuales me interesan cada día mas, el caso es que me estoy haciendo aficionado a rescatar una Cuba nostálgica, que no conocí nunca y que a menudo aparecía en las películas de la época o en esos libros que se nos antojan ahora exóticos.
Y es que en una época que el exponente del exotismo es Lady Gaga o el glamour (detestable palabreja), está representado por una ¿señora? llamada Carmen Lomana, se me antoja especialmente exótica y glamourosa (idem) la imagen de esa isla en medio del Caribe, a laentrada del Golfo de México. Y es que hasta geográficamente me parece algo lejano y casi ajeno a mí y comienza a llamarme la atención que quizá le sedujo a nuestros abuelos y bisabuelos cuando alguna vez pensaron emigrar a allí.
Las historias de mi madre y de mi tía, acerca de los parientes o amigos, de poco antes que mediados del siglo pasado, me fascinan tanto, que soy incapaz de transcribir pues estoy seguro que no podría darles el matiz de la época, o la temblorosa voz de mi madre, o la repetición adecuada de mi tía. Esas descripciones en las que parientes, amigos o personajes públicos se desenvolvían en una ciudad fascinante, no exenta de turbulencias políticas o en algunos casos verdaderas atrocidades, pero que reflejaban una variedad de opinión, de color y de matices.
Poco se puede describir del aire tropical en la sombra de una acera, de la Habana Vieja o de Centrohabana, o incluso en Miramar, cuando se veía caminar el oficinista de la corbata, la chaqueta y el sombrero, al lado de la negra que vendía la fruta; y las miles de intrigas políticas o amorosas que circulaban por la calle, con esa gente tan desprejuiciada en el sexo o la política o mas bien, libres de sentimientos de culpa de lo que hacían quizá ocultamente.
Me ha llamado la atención ver de nuevo esa Habana, la que recuerda la novela de Graham Greene (Nuestro hombre en la Habana).
Les dejo con un corto (quizá turístico) de 1930s. A pesar de la calidad de la película y estar en inglés se puede apreciar una ciudad cosmopolita que hervía en movimiento.