Espera un tranvía cuyo nombre es el J y preguntar la dirección hacia donde va no es problema. Esta es una ciudad amable donde no solo cuando preguntar a cualquiera te sonrie y hace todo lo posible por responderte o hacerse sentir cómodo, sino que tu, que vienes de ciudades donde la gente desconocida no saluda y mucho menos te sonríe, encuentras inicialmente sospecho alguien que lo haga. En las cuatro calles del barrio del Castro, el barrio gay de San Francisco, te parece que cada tío quiere ligar contigo, pues te sonríe y te da los buenos días, pero ojo, también lo hace una china que camina por la acera, o esa pareja de señores mayores, el con su sombrero de pajilla y pantalones cortos y ella con esa bufanda de color rosa y gafas grandes de sol. Todos sonríen. Me empiezo a recobrar de ese efecto casi artificial para mi, después de comprobar que se sienten realmente cómodos en ese papel de anfitriones de ciudad, que al parecer lo pasan bien "doing easy" en su dia a dia. Hay u...