La mannana deja el pantalon corto. La parefernalia de la bici, la mochila, es casco, el ipod y la camara. Me pregunto cuanto de todo esto aparecio aqui, cuando estas tierras se llenaron de coches altos, con potentes motores y colores brillantes. Me pregunto cuando empece yo a andar con todo esto, cuando me aleje de aquella bici sin marchas, oxidada por el tiempo y el salitre con la que me escapaba, lejos, lejos de casa, hacia el mar, para volver a la hora de la comida, lleno de ruegos de mi madre, para luego volver a salir, en aquella bici y pasar y repasar aquellas calles y el matorral frente al mar. Desciendo la cuesta y el pueblo comienza a hacerse cada vez mas cercano y logro meterme entre las calles que me hacen olvidar la carretera, tan impersonal, llena de sennales de trafico. Giro hacia la iglesia, la soprepaso y bordeo el camposanto...detras hay un camino que promete alejarme mas, sin llegar a ningun sitio. Es la fascinacion de escapar sin llegar a ninguna parte. El camino de ...