Esto de los cuentos de Navidad es una tradición dickensiana a la cual no acabo de verle el sentido, pero que me resulta atractiva en su idea en general. No me gustan esos finales felices o las moralejas que se encajan en ellos y más bien aprecio a los que saben resumir en el final del año, lo que fué ese año para la gran mayoría. Es cierto que no todos tenemos la misma vida, ni nos ocurren las mismas cosas, pero por mi simple observación, la vida de todos los corderos de este rebaño que es la humanidad bastante parecida en su media, claro, después que acotamos el sitio del planeta donde vivimos (evidentemente en África o en Latinoamérica no se vive como en Japón). Mi relato de Navidad cuenta del retorno de mi trabajo hoy. Una suerte de rutina placentera, que raras veces se interrumpe y como que ya soy mayor, me fastidia cuando no sucede exactamente lo previsto. Suelo ir a un estanco de tabaco, muy cerca de la salida del metro, desde hace unos meses. Una pareja joven, él de nombre Iñak...